El campus universitario de Ceuta centró ayer sus actos del Día de la Enfermería en una nueva figura dentro de la profesión que está adquiriendo gran relevancia en los últimos años, pero por la que aún falta una apuesta definitiva. Se trata de la enfermera escolar, cuya misión es todavía poco conocida, si bien la experiencia de los últimos años pone de manifiesto su importancia.
Desde la óptica de las familias, contar con profesionales de este ámbito en los centros educativos supone un salto cualitativo a tener en cuenta, principalmente en una sociedad en la que los avances en la sanidad están desvelando patologías para las que los menores precisan de una asistencia muy específica.
No se trata solo de hacer curas, sino de atender necesidades cada vez más comunes como la diabetes o enfermedades relacionadas con la alimentación, como la celiaquía. En estos casos, la salud de los escolares tiene que estar en manos de profesionales con la suficiente cualificación y que además reciban el respaldo de las universidades.
En este sentido, es todo un acierto la propuesta de Ceuta para que se ponga en marcha en el campus una asignatura específica, optativa en principio, para que el alumnado de Enfermería sea consciente de la labor sanitaria y educativa que realizan estas profesionales. El salto de calidad que merece nuestro sistema de enseñanza para igualarnos a otros países europeos pasa por iniciativas como la de la enfermera escolar, llamada a ser una pieza fundamental en la prestación de servicios sanitarios.
Todavía estamos muy lejos, pero hay que avanzar de manera decidida, tanto por el empuje de la sociedad como por el compromiso de las instituciones públicas.