No sé, quizá a nuestro Gobierno le parezca bien. Sometido a las directrices de una alocada Europa que no entiende de fronteras más que para taponar sangrías y presiones, quizá considere que el protocolo de aplicación en la frontera es el mejor. Yo no lo veo así. Creo que mucha gente tampoco lo ve. Sencillamente porque carece de razón, de fundamento, de sentido. Nada funciona, la expulsión o la no expulsión se convierte en un odioso juego de niños al que se ven sometidos guardias civiles, inmigrantes e incluso las propias entidades humanitarias a las que se les pone contra las cuerdas.
Tenemos a cuatro jóvenes encaramados a la valla. Al menos al tiempo de cerrar este periódico allí seguían, subidos a lo alto del vallado desde poco antes de las 9.00 horas. No bajan porque no quieren que se les expulse. Así que la situación es la siguiente, para que se hagan una idea: guardias civiles mirando hacia arriba pensando la hora en la que bajarán; inmigrantes mirando hacia abajo negándose a hacerlo; oenegés que acuden como si se les forzara a ser testigos de algo con lo que no pueden comulgar; políticos que desde sus asientos se ponen nerviosos buscando culpables externos a una situación de descontrol que ellos mismos han provocado con sus variables decisiones, ya que reparten las expulsiones como quien deshoja la margarita en busca del amor... Esto es lo que tenemos. ¿Solución? Solo cabe una: que el inmigrante baje y si está sano será entregado a Marruecos o que aguante hasta desplomarse. ¿Lo ven lógico? Yo no. ¿Quién será responsable cuando esto ocurra? Otra vez empezará la clase política a inventarse líneas imaginarias y ofrecer discursos que se caen por su propio peso de las falsedades, dejando en evidencia a los números que están a pie de campo, funcionarios que hacen lo que se les ordena. Siempre es lo mismo. Esto no cambia ni parece que va a cambiar.
Nuestros gobernantes son unos inútiles. Nos lo demuestran a diario. Saben cómo solucionar problemas como el de la Hípica, porque como dice Susana Román hay animales de por medio y hay que atenderlos. No saben en cambio cómo solucionar problemas humanos, problemas que afectan a personas, personas que convierten la valla en una vía peligrosa de escape, personas que se encaraman para intentar cruzar a este lado, personas que son víctimas de un protocolo carente de sentido. ¿O es qué piensan que lo tiene dejar a una persona a más de 6 metros de altura?, ¿a expensas de qué? La torpeza nunca fue tan evidente como ahora.