Gladiator, como todas las mañanas, nos trae el periódico. Viene sudando, lógico, después de cortarle la cabeza docenas de leones. Hoy nos ha adelantado que el patio arde. Como es tan conciso cuando habla (y, normalmente, casi no habla), apenas me atrevo a tirarle de la lengua para que me aclare si se está refiriendo a estas calores tan desconocidas en el pueblo (y mucho más desde que apareció el nuevo PGOU, ese cuentecito que supera la colección Azucena de antaño); o es que algún desaprensivo se ha sentido tan hidepu como Nerón y con el mono del cigarro ha pretendido que salga humo donde menos se espere.
Mas, como ansío descifrar cuanto antes esa alarma del mensajero entro rápido en las páginas de nuestro New York Times local, previendo lo que ya esperaba: culpa compartida entre la PRIMA que no hay quien le baje los impulsos vengativos, como putona que es, pues parece que se lo han hecho y no se lo han pagado; y el RESCATE (palabra prohibida entre los PP), convertido ya en el chulo de la esquina. Entre el uno y la otra, todos los inútiles de turno nos han metido tal depresión en el cuerpo y en el alma (“vivo sin vivir en mi”, diría la mística de Intendencia) que, hasta los que están obligados a no rechistar (policías, guardias civiles, funcionarios de prisiones, militares y bomberos) han dado el grito de guerra, advirtiendo que lo de ahora, no ha sido más que la obertura de una sinfonía que dejan para septiembre. Remedando a Gala, exclamaremos: "¡Septiembre y un poco de hierba!". ¿Pero, habrá hierba para entonces?.
Pues bien, hasta que llegue ese momento, gocemos. Hagámoslo con la velada en honor de la Patrona (nunca fue más velada este año) y que los jolgorios, degustando patatas rellenas, calmen los ánimos y templen las iras. Por lo pronto, preparémonos para el día grande, el de la procesión, y salgamos a verla por la calle Jaúdenes, que es donde el cortejo, sobre todo el compuesto por políticos y políticas, hacen el ensayo general antes de entrar en el Revellín. Allí, contemplaremos a ellos cómo saludan a la japonesa, con su samurai al frente, transformado en Visnu, y a ellas, ruborizadas como quinceañeras (ninguna lo es) adoptando modelos de la Loli (me refiero a la Cospedal) o de la Kitchner, que al fin son la misma.
No sé si podré acercarme a Nueva Delhi que, según me cuentan, es donde este año han ubicado esos puestecillos que, aunque cutres, la verdad es que daban cierta vidillla de “buarrakia” al Paseo de la Marina. Ya lo hicieron en Navidad y fue, según los interesados, un verdadero fracaso. Si, a pesar de ello han insistido, es que algunos se querrán repartir la vaca y la bandeja. Espero que Aróstegui lo aclare.
Como también de quién partió y por qué lo aplaudió quien debiera reflexionar un poco eso de la NAVIERA ÚNICA que es, tal y como decía mi amiga del VOGUE, volver a “la Paloma”, aquella casi paterita que nos llevaba a la Madre Patria, cuando el mar estaba en completa chicha.
¿A que es lógico que nos sintamos encabronados?