Continúa Ceuta en los noticieros. Persiste la desinformación oficial. La ciudadanía, por mucho que pretendan, no comulga con ruedas de molinos. Aquí no dimite nadie. ¿Tan difícil es un simple “Nos equivocamos?; procuraremos que no vuelva a ocurrir”. Hasta el mismo Rey se vio en la tesitura de un mea culpa, por qué no los virreyes.
Lo que sí es bien cierto que quien pase por el maldito lugar, raro será que no oiga los chapoteos angustiosos y los gritos desesperados de aquellos que fueron tratados como muñecos de feria, esos de “ a dos euros la tirada”. Así lo ha venido a decir el Arzobispo de Tánger, también franciscano. Ojalá que, por el buen nombre de la ciudad, la noticia que tanto nos abochorna también tenga fecha de caducidad. Es preferible que continúen conociéndonos por esos folletines televisivos, aunque lo que fabulen sean verdades a medias, trucos, como dirían los italianos. Para los que quieran testimonios verídicos sobre el Protectorado, que acudan a la hemerotecas, bibliotecas o se acerquen a los cementerios españoles de Larache,Tetuán , Arcila ... y comprueben cómo están esos centenares de tumbas, ruinosas, olvidadas por los gobiernos de España, donde sólo les faltan que coloquen el cartelito de “Tierras para barbecho”. Son los que murieron por la Patria.
Se nos fue la costurera de María Dueñas y ahora nos ha llegado la Policía Montada del Canadá, queriendo sanear lo que parece imposible: hacer del Príncipe un Parque temático. Si falso era el taller de aquella modista, la comisaría es mero cartón de piedra. Coincidiremos en que el negocio de la tetuaní era lo más parecido a una casa de tapadillo, una más de esas que existieron en las ciudades del Protectorado, algunas regentadas por viudas de guerra , que para vivir tuvieron que transformarse en fingidas madames. Y de los cubículos policiales ¡qué decir!.
Lo interesante es que la espía que hacía dobladillos se nos fue y ahora el tirón se lo lleva un tal Faruk, un moro de ojos verdes, casi un Júpiter, que en la vida real ha nacido en Cuba y que, por esa razón, tuvo que hacer duros ejercicios fonéticos para no denunciar su origen caribeño, ese deje que tanto embelesa a nuestras actrices caducas, un tanto chochonas, camino ya de alcanzar la santidad.
Faruk ha enamorado a todo bicho viviente. ¿Se imaginan que sirviera de modelo o le hiciesen un vaciado para subirlo a cualquiera de nuestros pasos de Semana Santa?. Podría ser José de Arimatea, Dimas o hasta el mismo Judas. Yo me lo imagino Rebellín abajo, y a las desencajadas e histéricas niñas de ESO, gritándole: ¡Guapo, guapo y guapo!. Nada extraño cuando en la misma Sevilla se piropea a una Canina que hace estación de penitencia el Viernes Santo.
Faruk ha encandilado a casadas, viudas, mocitas. No hay familia que se libre de hacernos una comparación en la que, lógicamente, salimos perdiendo. Todas nuestras mujeres están más que coladas por este musulmán de truco. Le sucede a mi prima Pepa, aquella que estuvo a punto de vestir hábitos y que hoy los hubiera colgado por este Antinoo, el joven del que se enamoró el emperador Adriano y que cuando se suicida, manda hacer cientos de copias de su cuerpo y repartirlas por todo el Imperio. Ya quisieran los del partido Caballas integrarlo en sus listas para las europeas. Barrerían, ahora que nadie se va a molestar en meter el papelito en la urnita. El pueblo ya está harto de tantas pamplinas. Faruk merece el reconocimiento de nuestro pueblo. La medalla de la autonomía y una estatua de Ginés Pagán o de los hermanos Pedrajas.¡Qué digo una! ¡varias! para repartirlas, como hizo el emperador, por el Recinto, la Almadraba, la Marina y hasta en Maestranza, sustituyendo a la feísima jarra de su rotonda. La ciudad encontró, al fin, un icono con el que identificarse. Y si, además, lo esculpen como si degustara un canapé de pinchitos con corazones de pollo, el futuro gastronómico y turístico caballas están más que asegurados. La MARCA CEUTA se logró, al fin.