Mustapha tiene 16 años. Lleva tres y medio en Ceuta, residiendo en el centro de La Esperanza. Allí llegó, allí fue acogido y allí ha aprovechado los recursos puestos a disposición de los menores de cuya tutela se hace cargo la Ciudad Autónoma. Durante este tiempo se ha esforzado en aprender, en participar de todas las actividades que pone a disposición de los menores el equipo directivo. Llegó a ganar la Olimpiada de Matemáticas en el IES Almina para satisfacción de los profesores del centro y de muchas personas que nos alegramos de su gesta. Cuando escribimos aquel reportaje hubo quienes nos acusaron de pretender un lavado de imagen.
Ahora Mustapha vuelve a ser protagonista por su fichaje. Entrena a las órdenes de Juan Ramón con la AD Ceuta y siempre de la mano de quien ha estado apoyándole en su evolución deportiva, Yassin Mohamed. Su sueño es ser futbolista pero además empezará ahora una formación para aprender peluquería.
Quizá se pregunten por qué escribo hoy de este joven habiendo tantos asuntos sobre los que posicionarse, sobre los que criticar. Escribo porque en esa búsqueda de referentes, de ejemplos a seguir, de personalizaciones del esfuerzo... detenerse en la figura de Mustapha es acertar. Este chico representa lo que muchos jóvenes de su edad deben hacer: formarse y aprovechar los recursos que tienen a su alcance. No todos lo hacen. Me niego aquí a poner etiquetas, a mencionar colectivos, a posicionar a uno o a otros en determinados ‘grupos de’. Sencillamente porque no se trata de eso. No se trata de buscar lavados de imagen, de pretender otros fines distintos a los de destacar a un chaval que se ha esforzado para estar hoy donde está, que se ha dejado guiar y aconsejar por quienes saben, que tiene ganas de seguir prosperando y que responde con la mejor de sus sonrisas a cualquier cariño que pueda ofrecérsele.
En una sociedad que busca interpretaciones distintas a lo que no lo tiene surgen siempre conclusiones insanas, erráticas, generalistas y, por tanto, equivocadas. De usted depende dejar de verse atrapado por esa parte anónima que se esconde en perfiles falsos para generar una serie de conclusiones negativas con tal de provocar rechazos sociales masivos. Es complicado porque el mundo parece moverse cada vez más en torno a un móvil y su mundo virtual de amigos que en una plaza y el grupo real de comentaristas con nombres y apellidos. Pero hay que intentarlo porque si no terminaremos destruidos como sociedad.
Mustapha tiene un sueño y yo espero que lo alcance. Tiene una meta y sé que luchará por conseguirla como lo ha hecho hasta ahora. Es listo y sabe aprovechar la proximidad de personas buenas, entregadas, alejadas de esa toxicidad que tan bien sienta entre algunos grupos. Que Mustapha siga mejorando, siga avanzando y siga peleando es un referente para la sociedad. Un referente de 16 años. Un niño. Sin etiquetas ni señalamientos. Enhorabuena.