Entre todas las manifestaciones externas de disciplina ninguna parece más apropiada que el saludo militar. Su ejecución, más o menos ajustada a los reglamentos, diligente y oportuna, mide exactamente el espíritu de los cuadros de mando, de la tropa en su conjunto o de un soldado. Consiste en llevar la mano derecha con los dedos juntos hacia la sien o a la visera de la gorra si es que la llevaran puesta. El militar español sólo puede saludar con la mano si va cubierto, es decir, si lleva prenda de cabeza, sea del tipo o modelo que por razones de uniformidad corresponda. Sin prenda de cabeza sólo puede usar la fórmula verbal –cuadrándose- y dejando los brazos caídos pegados al costado. No obstante, en otros ejércitos como en el norteamericano no se tiene ninguna limitación y de hecho continúan ejecutando el saludo con la mano a pesar de ir descubierto. En la mayoría de los países éste se ejecuta de manera que la palma de la mano es invisible para la otra persona; sin embargo en países como Reino Unido y Francia la palma quedará visible para el público, quedando la mano de manera perpendicular al suelo. La ejecución de este gesto significa la forma en que los militares saludan mientras están en funciones.
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Había en una pequeña capital, dotada de numerosa guarnición, un oficial que frecuentemente tenía que entrar en los cuarteles vestido de paisano. Al principio, como es natural, nadie le conocía ni le saludaba. Mas alguien de la guarnición se enteró de su cargo y le saludó. El oficial hizo su deber destocándose la cabeza. Al poco tiempo el 90 por 100 de los soldados le saludaban siempre y en cualquier traje ¿Podrá negar nadie que con su pronta actitud fomentó la disciplina? Las Reales Ordenanzas para nuestras Fuerzas Armadas, aprobadas por Ley, señalan que el saludo militar constituye la expresión sincera del respeto mutuo, disciplina y unión espiritual entre todos los miembros de las Fuerzas Armadas.
Su origen es incierto, al parecer data de cuando los señores feudales levantaban las celadas de sus yelmos de combate (que ocultaban los rostros) para reconocerse. Otra posibilidad es que el poner la mano en el visor significaba que no estaba en ánimo de combatir al señor de enfrente. El saludo militar como lo conocemos hoy en día no es tan antiguo y data de la época en la que los nobles se tocaban el ala del sombrero en ademán de quitárselo para saludar, a la vez que hacían una pequeña reverencia con la cabeza. Sí sabemos que a principios del S. XIX los Coldstream Guards modificaron el saludo habitual del Ejército británico -tocarse el sombrero con la punta de los dedos-. Pasaron a darse una leve palmada en el gorro propio, lo cual derivó en el saludo militar que conocemos hoy.
Usualmente el saludo militar se conoce también como saludo de visera.