El sagrado cuidado del jardín heredado

Brutalidad e insensibilidad son marcas características de seres mentalmente deformes que con apariencia de humanos pululan entre nosotros sin que muchas veces reparemos en ellos.

Con total naturalidad se cruzan ante nuestros ojos sin que lleguemos a apreciar las anormalidades que acarrean, puede que a veces lleguemos a tener la sensación de habernos colado dentro de uno de los cuadros del Bosco y nos cruzamos extraños personajes que portan deformidades e indumentarias estrafalarias. Al igual que acontece dentro del cuadro "Las tentaciones de San Antonio Abad", que tiene que sufrir el acecho y rapto de los demonios y contemplar el ventajismo de las indulgencias papales, a veces, también nos parece estar ante el peor espectáculo en el que la administración ofrece su cara más degenerada por sus propios vicios.
Los dispendios, el clientelismo, el despotismo y la insensibilidad son marcas características del estado administrativo en el que nos encontramos. Y bien podrían ser representados genialmente a través de los cuadros actualizados del inmenso artista de Hertogenbosch. Una vez empapados de estas realidades, es realmente difícil no sucumbir y ceder ante tanta dimisión colectiva y falta de interés por la democracia. Es, en estos momentos, cuando esquivar el nihilismo existencial toma la forma de prueba que la vida interpone delante de nosotros, y entonces es decisivo encontrar respuestas intelectualmente apropiadas a tanta desazón interior que oprime. Los encuentros habituales con la naturaleza, la cultura, el amor y la crítica vigilante son respuestas intelectualmente aceptables que nos ayudan a cultivar el jardín de nuestra vida. Denunciar las estupideces e insensibilidades de la gestión política en nuestra ciudad se han convertido en prioridades insoslayables de nuestra existencia.
Casi todas o una gran parte de ellas se llevan a cabo por la estupidez despótica de los burócratas que nos gobiernan con malas artes y que han decidido no contar con la sociedad civil para tomar sus decisiones, ni siquiera se molestan en escuchar las propuestas que otros tienen que decir. Se han arrogado toda la inmensa labor de ejercer la tarea de la gestión político-administrativa levantando un muro ante los ciudadanos. Se han alejado tanto de la ejemplaridad pública que se convierten en seres dignos de los cuadros del pintor flamenco por su confusión mental y negativa cognitiva a contemplar la burocracia y la política al servicio de la sociedad. La colección de agravios y de irresponsabilidad en la gestión es inmensa después de tantos años de gobierno de los mismos de siempre y nunca deja de sorprendernos la frialdad y la cara dura con la que actúan y se mueven ante los ciudadanos.
La no resolución de las alegaciones al PGOU legítimamente producidas por los ciudadanos y otras entidades es una de las cuestiones que muestra a las claras que estamos ante un grupo de déspotas que hacen y deshacen a su antojo y según los intereses de partido, sin que la ciudadanía a la que sirven tengan capacidad de influencia directa y cercana. El PGOU diseña las acciones sobre el territorio y lo necesitamos saludable para que pueda cumplir con las funciones ecosistémicas imprescindibles y continuar siendo fuente de salud y trascendencia. El PGOU actual contribuirá a deteriorar más nuestro sagrado patrimonio natural, que ya heredamos herido, pero al que nuestras absurdas actuaciones está mutilando con el silencio de muchos y la oposición de unos pocos. Muchos son los ejemplos que nos alejan del cuidado del jardín heredado, ya vacío de ballenas pues las masacraron a principios del siglo pasado (prontamente se publicará un artículo específico sobre este tema en este medio). Una buena actuación, si bien ejecutada in extremis y bajo la presión de la legalidad europea, selló un infame vertedero que nos ha traído el problema de la proliferación de gaviotas en la ciudad.
Personalmente prefiero ver gaviotas por muy molestas que puedan ser que tragarme el humo de los coches que pululan por todas nuestras calles e invaden las aceras sin piedad. Una gestión política sin previsión sella un vertedero sin hacer un cálculo de las consecuencias, muchas veces somos como niños y la administración solo cree en los papeles pero no en la vida y ésta última siempre se abre paso. Encerrado en sus confortables despachitos, que los esclavizan a la máquina del poder, los burócratas pasan las horas y el político profesionalizado deja pasar el tiempo hasta que una llamada del gran amo le invita a tomar medidas drásticas por cuestiones electoralistas. Entonces y solo entonces se moviliza, y en vez de contar con la asociación que cultiva el conocimiento emotivo sobre las aves de la región de Ceuta y cuenta con asesoramiento en este terreno, dicta sentencia a lo juez Dredd y ordena exterminar a los molestos pollos que las parejas de gaviotas han sacado adelante en beneficio del río de la vida. Mientras esto acontece desde un partido político desnortado se hacen propuestas descabelladas y sin conocimiento de la realidad natural de Ceuta, y lo peor es que tampoco se aprovechan a las mentes ceutíes que pueden aportar conocimientos y soluciones. Corroboramos que tampoco hay interés en los partidos de la oposición por la sociedad civil y su participación política, solo la tribu clientelar es lo que importa. Obviamente, dada la desidia mostrada ante las gaviotas, no serán posibles soluciones mágicas sacadas de una chistera, sino que tendrá que basarse como toda producción buena en una labor reposada que ayude paulatinamente a eliminar el problema, protegiendo la preciosa vida de estos animales.
De la misma forma cabría preguntarse sobre la compra de periquitos que ha motivado unas líneas críticas de la directora de este medio. Después de las críticas recibidas ante la falta de búsqueda de consenso y participación ciudadana en el diseño del parque de San Amaro cabe indicar que en el gobierno municipal continúan en la misma línea despótica de improvisación y búsqueda de rédito electoralista y además pudiendo provocar un nuevo problema introduciendo periquitos de las antípodas. A pesar de este estilo inapropiado de gobierno municipal no todo parece perdido en relación al despótico estilo de la administración local pues la nota positiva viene de la mano de la consejería de sanidad que parece la única capaz de dar alguna satisfacción al ciudadano contando con las asociaciones y promoviendo en algo su desarrollo. Se trata de la aprobación de las normas de funcionamiento para el control de las colonias de gatos. Es una actuación que nos parece altamente positiva, siempre que se continúe contando con la sociedad civil en el desempeño de esta necesaria labor a favor de los magníficos animales que son los gatos y las funciones que estos desempeñan cuidando el ecosistema urbano de plagas y elevando la autoestima del ser humano al gozar de su preciosa compañía. La puesta en marcha de las normas de funcionamiento para el control de las colonias de gatos es un buen ejemplo de colaboración entre la ciudadanía, sensible por cuidar su jardín urbano, con la administración que necesita ayuda para solucionar un problema y procurar entre todos llevar el necesario bienestar por igual a hombres y gatos que comparten un espacio urbano común.