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El porteo en la frontera sur de Europa

Dicen que será la crónica de unas muertes anunciadas. Dicen que los políticos están a otra cosa y están acostumbrados a mirar para otra parte. Dicen que sólo será una cuestión de tiempo que vuelva a ocurrir en la frontera del Tarajal que la muerte sobrevuele, y la fatalidad hiciera que una avalancha por conseguir ser las primeras en este comercio -mal llamado «atípico» pues los comercios no son típicos ni atípicos, sino legales o ilegales- de trasladar un bulto al otro lado de la frontera ocasionen otras muertes...
Maldito porteo, ¿por qué no se pone fin a este comercio, verdadero maltrato a las mujeres que ya ha ocasionado la muerte de seis porteadoras en diferentes avalanchas? ¿Acaso estas mujeres marroquíes para sobrevivir están condenadas a este trabajo precario y cargar sobre sus espaldas unos fardos al otro lado de la frontera? La vida se nos antoja dura para estas mujeres, pero no hasta el punto de jugársela cada día en cada porteo. No; no nos parece una imagen gratificante que sobre la frontera de un país de la Unión Europea, se trafique a golpe de bultos sobre la vida y la muerte de estas magrebíes, que por necesidad se apuntan a este denigrante comercio que repugna y pone en evidencia la justicia social de nuestro país y de Europa. En este caso que nos ocupa: ¿Qué responsabilidad tienen los gobernantes y autoridades de ambos lados de la frontera de los trágicos sucesos que a menudo acontecen, por dejar y permitir que estas humildes porteadoras caminen en una frontera infame y fuera de toda seguridad en pleno siglo XXI? ¿Acaso no se halla dentro de las autoridades con competencia en la frontera, constatar las diferentes situaciones de riesgos que se dan cada día; y, por consiguiente, promover otras actuaciones y unas reformas de las instalaciones aduaneras, que eviten las avalanchas y las muertes como las que se vienen produciendo, y que si no se remedida en la forma y manera actuales, de seguro que volverá a acontecer una nueva tragedia...

¿Acaso estas mujeres marroquíes para sobrevivir están condenadas a este trabajo precario y cargar sobre sus espaldas unos fardos al otro lado de la frontera?

¿Qué intereses económicos se esconden tras este porteo a todas luces fuera del tiempo en que vivimos? Bien saben las autoridades que ésta forma de comerciar poniendo en riesgo sus vidas porteando unos bultos que pueden alcanzar más de 80 kilos contradice los «Derechos humanos y la carta de las Naciones Unidas (*)»; y por tanto, no debe en ningún caso: por la ilegalidad de sus condiciones de inseguridad y de salvaje esfuerzo físico, permitirse. Y, no cabe apelar de manera hipócrita y cobarde, a que esas mujeres necesitan los euros que ganan en el traslado de los bultos para subsistir; porque las mujeres de la región de la Yebala de Marruecos siempre han subsistido durante siglos, antes que se instaurase este infernal tráfico de mercancías. Sí acaso, están tan preocupados aquellos que desean velar por el estado de pobreza de estas mujeres porteadoras, sólo tienen que gritar fuerte y claro que se creen fábricas y servicios en esta depauperada zona norte magrebí, que diera trabajo y bienestar a todos estas trabajadoras en unas condiciones mínimas de seguridad laboral.
Pero a dónde vamos con este porteo en pleno siglo XXI, en un mundo globalizado donde todo está inventado, y se sabe perfectamente cómo se genera el dinero y que teclas comerciales hay que tocar para que el dinero fluya de mano en mano entre los poderosos de la tierra. A quien creen que engañan los señores ministros afirmando de manera mezquina y patética que los gobiernos de España y Marruecos están en continuo contacto para solucionar los problemas de la frontera y agilizar su mejor tránsito de personas y mercancías. A quien creen que engañan con esta burda mentira, que es posible que ni ellos mismo crean; porque a día de hoy ningún ciudadano decente comprende a que se debe la situación de total incompetencia y desbarajuste de la frontera del Tarajal
Diera igual a estas altura que como se dice en los mentideros de la ciudad, que Marruecos no reconoce la frontera como una aduana oficial, porque sería reconocer Ceuta como parte del territorio de España, para justificar todo este desaguisado que no tiene visos de terminar nunca; y, que mantiene a la ciudad en un estado de colapso constante, tanto en el tránsito de los miles trabajadores/as que acuden cada día a trabajar a Ceuta, como en los barrios y carreteras adyacentes; y, así mismo, como en la imposibilidad de los comerciantes ceutíes a desarrollar un comercio normalizado con el país vecino que posibilite una rentabilidad económica de su actividad empresarial. Y, que a modo de referencia de lo que sucede en el comercio de Ceuta, podemos constatar el cierre de la Perfumería Roma -comercio emblemático en la ciudad desde mediados del siglo pasado-, derivado -según sus administradores-: «en la inexplicable coyuntura que atravesamos por la difícil y reiterada situación fronteriza que me temo provocará otros cierres como el nuestro (El Faro 10/12/17)». Dejándose entrever como la causa del cierre de Roma y otros posibles establecimientos, la problemática que acarrea la falta de agilidad y la congestión de la frontera para desarrollar una actividad comercial tanto en los trámites burocráticos de importación y exportación de productos, como en la visita en condiciones aceptables del turismo de Marruecos, que desea realizar sus compras en las tiendas que jalonan nuestras calles comerciales.
No alcanzamos a comprender del todo el porqué se produce esta situación de caos y de callejón sin salida que parece abocada la situación actual; sin embargo, esta situación actual tendrá su término como todo en la vida, y se sabrá qué intereses económicos y financieros pudieran estar detrás de esta situación fuera de toda lógica y razón, que a veces roza lo kafkiano y lo absurdo.
En cualquier circunstancia el fin último de los hechos que acontecen en una determinada dinámica social, pudieran no estar claros ni a la vista, ni quienes se benefician de tales circunstancias. Y en este sentido, en el impuesto local sobre el Patrimonio, Servicios e Importación (IPSI**), se genera una cadena de intereses económicos que van desde la propia industria que generan los productos a ofrecer, el comerciante marroquí en origen que requiere una determinada mercancía, el agente importador de tales mercancías que luego son transportadas a los almacenes del Tarajal, porteadores que trasladan los bultos del Tarajal al otro lado de la frontera, y la Hacienda local que para bien de las arcas municipales cobra el impuesto del IPSI a la importación de las mencionadas mercancías.

Maldito porteo, ¿por qué no se pone fin a este comercio, verdadero maltrato a las mujeres que ya ha ocasionado la muerte de seis porteadoras en diferentes avalanchas?

En toda esta cadena comercial, si bien produce unas rentables ganancias que en una primera impresión puede contentar a todos; y, por otra parte, la ciudad recibe unos ingresos para poder emplearlos en unos mejores servicios que pudieran aumentar la oferta de trabajo a sus ciudadanos, tiene un punto débil que genera inseguridad e incluso la perdida de la vida en el tramo del trabajador-porteador. De tal modo, que se hace imprescindible que se mejoren las estructuras, y se agilice el paso por las instalaciones de la aduana sin ningún tipo de riesgo innecesario para la vida, ya por si dura y arriesgada del trabajador-porteador.
No todo vale en este mundo globalizado donde las cuestiones económicas parecen que prevalecen sobre todas las demás, incluso sobre la vida de las personas; sin embargo, algunos no nos conformamos y emplearemos nuestro derecho a la libertad de expresión que regula el «artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y el artículo 25 de la Constitución de 1978 (***), a denunciar aquello que en nuestro criterio va contra los derechos humanos, y el derecho de los trabajadores a tener un trabajo digno sea en nuestra ciudad o en el entorno de la frontera que colinda con el país vecino. Porque, Ilham y Souad, somos desgraciadamente todos, porque ellas sólo querían con el esfuerzo de su pesado trabajo llevar un mejor bienestar a sus hijos y a su familia. No pudo ser, y estas dos mujeres fallecidas en un desolador día bajo la carrera de otras porteadoras tendrán nuestro reconocimiento y nuestro homenaje postrero. ¡Al-lāh las acoja en su jardín de fuentes y de rosas exuberantes y únicas...!
Y, hemos de decir que en la vorágine de la sinrazón que representa a día de hoy la frontera del Tarajal, es claro y evidente que puede lastrar para siempre todo el desarrollo futuro de la ciudad de Ceuta y el de sus abnegados ciudadanos, hartos ya de tanta incompetencia e incongruencia de los políticos de turno que callan amordazados en sus propios intereses, en vez de ofrecer soluciones que aporten esperanza y credibilidad a sus vacíos y pueriles discursos.
Finalmente, acabamos estos párrafos escritos ante la indignación y en el recuerdo de las últimas muertes producidas en la frontera, que, aunque se produjo del lado marroquí, mañana puede producirse de nuestro lado. Porque no es un problema sólo de Marruecos, como algunos personajes insolidarios y faltos de escrúpulos apuntan; sino un problema fundamental para nuestra capital, pues puede retrasar su futuro como una ciudad posible que encara su devenir empresarial y laboral con dignidad y con posibilidades claras que puedan desarrollarse en los próximo años por venir, sin que las cuestiones y las circunstancias que hemos mencionado anteriormente lo imposibiliten.
Y, a mayor abundamiento de lo anteriormente expuesto, dejaremos un párrafo del artículo publicado el pasado viernes por Carmen, directora de este periódico, que navega en las mismas aguas y coincidimos en su diáfana y admirable narración: «...una población que se ha dejado arrastrar por los hechos, quizá por su hartazgo en la protesta ante lo que no funcionaba. Son las avalanchas, es la pérdida de autoridad, es la deformación de lo que antes fue una frontera... son tantas cosas concentradas en un pequeño espacio que terminan cansando, pero que deben ser denunciadas para que nadie piense que nos hemos rendido, que pasamos de los hechos, que miramos hacia otro lado. De ser así, nos dejaríamos vencer por una evidencia que no solo atenta contra nuestro presente como ciudad sino que daña ese futuro que está a la vuelta de la esquina y que no se arregla con cuatro guiños políticos».
A tal fin apuntamos, y dejamos constancia de nuestra legítima denuncia de los hechos que acaecen cada día en la frontera del Tarajal, poniendo en riesgos las vidas de las porteadoras -como así ha ocurrido en varias ocasiones- contraviniendo las normas de los Derechos humanos y la carta de las Naciones Unidas. Que avanzado ya el siglo XXI, no nos parece que el tráfico del porteo que se realiza, sea un comercio que se ajuste a la dignidad de las personas en la frontera sur de la Unión Europea...

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