La carretera que conduce hacia la ermita de San Antonio asoma limpia, con todos los arcenes sin matojos, con la maleza arrinconada tras la labor llevada a cabo por los integrantes de las Brigadas Verdes. Es la otra cara de un lugar que ofrece su visión de abandono en el entorno del monolito del
Hacho, que sirvió de referente franquista en esta ciudad. A la basura acumulada, producto de los botellones que se concentran en este lugar, se añaden las pintadas sobre una infraestructura que pervive al paso del tiempo y que ha conseguido bordear la
Memoria Histórica. Piedra a piedra fue levantándose este obelisco con material llegado a Ceuta desde Ketama (Marruecos). Y ahora asoma, tras la retirada de algunos símbolos que se consideraban atentatorios contra lo concretado en la ley, repleto de basura. Es como si de cara a la galería se adecentara toda la zona que mañana servirá de tránsito para la romería mientras se esconden los restos. Los vecinos que frecuentan el lugar denuncian esta situación y reclaman mayor limpieza, criticando la disparidad de criterios adoptados para limpiar o dejar sin limpieza dos puntos que están próximos entre sí. ¿La explicación?: que se vean o no.