Vivimos en un pueblo, que requiere política de pueblo: es decir políticos cercanos para ciudadanos que tan sólo buscan que se les atiendan sus reclamaciones y quejas. Quieren concejales de pueblo, personas a las que puedan dirigirse, en las que puedan encontrar apoyo. En definitiva quieren encontrar un interés. Esto, convendrán conmigo, es fácil de entender y asumir, por eso surge la pregunta del día: ¿por qué quienes ocupan puestos destacados no lo entienden?
Quien ocupa un cargo público está para atender al ciudadano porque ha querido hacer de la cosa pública su profesión y porque, así debiera ser, ha optado por dedicar parte de su vida a mejorar su pueblo. Este no es un pensamiento de románticos ni de idealistas, es un pensamiento de cualquier persona normal y corriente que espera de sus políticos que se impliquen en mejorar esta tierra. Pero la historia no se escribe a base de pensamientos corrientes y la realidad te escupe otras visiones que hacen que la política termine hastiando a la población.
El diputado que se cree ministro, la secretaria del diputado que se cree marquesa sin título o el asesor que cree tener más poder que el presidente que en el fondo es un alcalde forman un círculo esperpéntico que provocaría la risa si no se estuviera jugando con los intereses del ciudadano.
En una ciudad tan chica, en la que todo es visible, un presidente-alcalde de pueblo no puede permitir que los cargos que él ha nombrado se pasen el día tomando café en ese escaparate llamado Gran Vía. No puede permitirlo porque hacerlo es comulgar con ese insulto al ciudadano. De igual manera no puede permitir que sus propios cargos se alejen de la realidad e incumplan sus promesas; no puede hacerlo porque supone participar de ese escándalo ante el que no valen las manos limpias.
¿Es normal que un ciudadano denuncie una y otra vez los mismos problemas sin que estos se arreglen?, ¿puede permitir un alcalde de pueblo que durante años se soliciten las mismas cosas sin que sean atendidas porque las promesas hechas, sencillamente, no se han cumplido?, ¿dónde termina el interés particular y donde el general cuando uno ocupa un cargo público y piensa que el sillón municipal es el que compró en Ikea para la república bananera de su casa, que es la de todos?
Queman coches, nada pasa. Arreglan una y otra vez las mismas aceras, es normal. Se reclaman las mismas peticiones, quizá no se hayan enterado. Ceuta avanza si quienes tiran de la máquina quieren que avance y toman conciencia de que su pueblo es eso, un pueblo, no un marquesado sin sangre azul.
Sigan denunciando, de lo contrario estaremos muertos.