La mañana no amanece porque la niebla lo enturbia todo. Gotean los árboles y los tejadillos y amarguea el aire, porque el salitre de la mar cercana lo ha impregnado, con su aliento. No se ve a un palmo y la blancura envuelve coches que se ven fantasmales y niños de la mano que se dirigen, por último día de invierno, al colegio.
Ya pasaron las funciones teatrales, ya dieron las notas, ya se preparan los maestros para dar el primer fiestorro al cuerpo, celebrando, no la llegada de ningún redentor, sino la era Rajoy que anuncian a bombo y platillo muchos que creen, como la del corrillo, que van a colocar al marido, como no hicieron los socialistas.
La lotería toca a los que han ganado las elecciones y muchos dicen que es porque están en racha y ya se apuntan a la cola, no del empleo, que también, sino a las de las pleitesías y halagos.
Una amiga dice que he tenido buen ojo al ponerle de nombre “placer- sexual” a mi nuevo bló, cosa por otra parte que no se debe a mi talento, sino a que lo aprendí de un viejo conocido que pandeaba entre partidos , buscando mejoría para su cuenta bancaria, no con malversaciones, sino con puesto flamante, sin importar siglas, sino sillones vacantes y que me decía que lo más importante de un artículo de opinión, era el título, no el contenido. A mí los títulos me dan un poco igual y si mi amiga se hubiera leído la presentación del bló , en vez de ir a mirar las visitas, habría visto que explico que me da placer estar con ustedes y que los llamo, en vez de legión, que no lo son, porque no llegan ni a cuatro, terapia, que mi mente la mayoría de las veces es escabechina y las que está bien , tormento, así que si algo necesito es contar y creer que me escucha alguien, más que nada como supervivencia. La mañana no se despeja, porque el sol no quiere salir y los días se acortan y la Navidad llega y el año se va y nosotros con él, que para eso somos perecederos.
Echo en falta más que nunca a los que se fueron y son irremplazables, como los sentimientos, las charlas, el poder hablar de todo, con el amigo que lo fue y que ya lleva más de un año desaparecido, con la línea de teléfono pitando su ausencia.
Echo de menos, ¡vaya pavez!, el uniforme de las carmelitas que soñaba con que se rompiera en trozos y mi madre lo usara para limpiar. La añoro a ella que juguetea con el alzhéimer y ya no me llama con su voz cascada, por ese nombre familiar que solo usa ya mi pareja, cuando se enfada conmigo.
Añoro ser joven y no tener preocupaciones, amar sin coste , ni peaje de autopista, la revolución sin consecuencias, la emoción del primer beso, el chocolate de la plaza de las flores, los tacones embozados en metal para que no se partieran, las plataformas que no dañaban los pies más que veinte años después como los mosqueteros, el pescaito frito que no daba ulcera de duodeno, los viajes y la gente que no te conoce de nada y que no te mira , porque no sabe nada de ti , ni le importas un ápice y solo eres turista , anónimo entre el anonimato , porque te traga la gran ciudad y no te duelen los pies , porque todo lo que ves es nuevo y divertido.
Rajoy ha labrado su sueño con paciencia y le han ayudado las mismas circunstancias, dada la vuelta del revés, que ayudaron en su momento a Zapatero, que se veía difuso en su despedida, mas míster Bean que nunca, nublado y desmigado como el día, perdiéndose entre farolas que se desdibujan y faros de coches que relampaguean. La mañana no se despeja , porque nació preñada de niebla y la ropa en el tendedero espera, como todos , que salga el sol y nos seque las humedades, acariciando mientras las últimas hojas del calendario, soñando a la desesperada, pidiendo como si fuéramos niños, de nuevo , regalos por Navidad.