Han pasado 16 años. El 22 de abril de 1996 comenzaba a funcionar la línea regular de helicópteros entre Ceuta y Jerez, la primera de España en su género y la segunda de Europa. Veintinueve personas utilizaron este medio de transporte en los cuatro desplazamientos de aquel primer día, dos en ambas direcciones. El vuelo duraba 40 minutos. Era el arranque del anhelado enlace aéreo con la Península, modificado después al realizarse con Málaga, por razones de una mayor operatividad, le siguió la inauguración del helipuerto a principios de 2004 y, finalmente, los vuelos con Algeciras.
Aunque este tipo de enlaces no sea la panacea deseada, es cierto que Ianer ha cubierto un importante servicio durante todos esos años. Y ahora, cuando la empresa anuncia su marcha por su especialización en otros tipos de transporte, prorrogada in extremis hasta junio, surge la inquietud. Varias han sido las compañías que se han interesado por sucederle, pero con resultados negativos. Es de desear que con ‘Cathelicopters’, no suceda lo mismo. Se sabrá en las próximas semanas.
Que 46.754 pasajeros utilizaran el helicóptero en 2011 es una buena cifra en términos de rentabilidad y funcionamiento. Es más, con anterioridad Inaer había llegado a hablar de la posibilidad de ampliar nuevos destinos a Sevilla y Melilla, lo que habría sido ideal.
La realidad es que, ahora mismo, la continuidad del enlace aéreo, nunca mejor dicho, parece estar en el aire. Que ninguna compañía se haya decidido a dar el paso al frente hasta ahora, bien podría deberse en la no existencia de subvención alguna por parte de la Ciudad. Con las arcas vacías no sería de recibo destinar a ello ni un solo euro. La rentabilidad social sería nula. El billete de helicóptero es caro. Por lo general lo utilizan quienes tienen mayor poder adquisitivo, personas de la Península en viaje de negocios o de trabajo, o quienes por razones laborales lo hacen con los gastos pagados, más los políticos, claro. Hay también residentes que hacen uso de él por razones de urgencia o de operatividad, pero son los mínimos. Habría que abaratar el billete con aparatos de mayor capacidad, algo deseable pero difícil de conseguir. Por ahí debería ir en lo posible el futuro de la línea.
A Ceuta se la debió de dotar de su aeropuerto cuando dejó de funcionar el de Sania Ramel (Tetuán), tal y como sucedió en Melilla con el de Tahuima. En funcionamiento desde 1969, a sólo 3 kilómetros del centro, y con una ampliación posterior de su pista en 2004, los melillenses disfrutan actualmente de vuelos con Málaga, Almería, Madrid, Granada, Valencia y Palma de Mallorca. Una maravilla, vaya.
Hará un lustro, cuando lo de la futura crisis sonaba a utopía, un par de ceutíes rescató y mejoró un proyecto de aeropuerto para la ciudad que ya existía con anterioridad, a la vista de como los estaban consiguiendo localidades peninsulares con menos necesidades de comunicaciones aéreas que la nuestra. Incluso se comenzó a trabajar para llevar la iniciativa al Foro Faro, pero ante la frialdad con la que se acogió la idea, se terminó desistiendo de ello.
Y ya ven, ahí están esos aeropuertos, recientemente construidos, desiertos. El de Huesca, 40 millones de euros, que sólo funciona tres veces al año y gracias a las subvenciones públicas. El de Ciudad Real, que quebró el pasado verano y la Justicia decretó su cierre. El de Castellón, 150 millones, que tras su inauguración hace un año, continúa sin pasajeros ni aviones. Incluso el de Badajoz, en barbecho desde la caída de las reservas y que días atrás comenzó a operar de nuevo gracias a los vuelos baratos de ‘Hellit’, veremos hasta cuando. Obras despilfarradoras de un poder político que, sin responsabilidad penal o personal, se permitió el lujo y la fanfarronada de construir aeropuertos fantasmas.
En Ceuta entretanto se nos quiso contentar con un precioso helipuerto, inaugurado con todas las bendiciones y júbilo en la época del gobierno de Aznar, pero que, insisto no es lo que por nuestra situación geográfica necesitábamos.
Lo que cabe desear es que siga funcionando en el futuro, con más enlaces y una mayor capacidad de los aparatos a ser posible. Menos es nada. Se mantenga o se paralice el servicio, que no se pierda de vista la alternativa de los hidroaviones. Les invito a curiosear en Internet lo que al respecto se cuece en Canarias y su posible extrapolación a esta ciudad.