La jornada por excelencia de los derechos, la de las reivindicaciones, la de las protestas por las mejoras y la de las ausencias. De nuevo la manifestación del 1º de mayo no colma las expectativas porque se ha terminado por convertir en algo simbólico al que acuden los de siempre. O ya ni esos. El trasfondo de esta jornada es otro. Es el de la protesta, el de canalizar de alguna manera la esclavitud al que nos somete el sistema, capaz de convertirnos en máquinas a las que se les ha arrebatado incluso el poder de queja. El maltrato laboral es indigno, existe y va a más. Ha terminado por anular la capacidad de reacción del trabajador porque tenemos miedo a protestar, tenemos miedo a poner límites, se soporta la aprobación de leyes impropias porque no queda otra alternativa.
Ayer era el día en el calendario, pero las jornadas para reivindicar mejoras son todas, cualquiera sirve porque en todas ellas se cometen tropelías. La lucha de unos para un futuro (nuestro presente) mejor se ha perdido en el momento en que el poder ha transformado esas metas en algo prohibido. Es como si los derechos laborales constituyeran una estafa al poder, como si los avances conseguidos fueran la causa del gran desastre económico, como si el origen de la famosa crisis hubiera que buscarla en los trabajadores a los que se nos tilda de vagos, maleantes, chupópteros... saqueadores de los beneficios, huidizos de las obligaciones. La unión es imposible cuando sigue gente pensando en que esto es así, cuando seguimos escuchando a nuestras autoridades lanzar mensajes en los que vinculan los errores con las mejoras laborales alcanzadas, cuando el bienestar se confunde con sinvergonzonería.
Culpables somos todos los que por una u otra razón permitimos que se extiendan estas generalizaciones, que las malas ideas se posen como ciertas, que los enfrentamientos se hagan fuertes para forzar esa desunión. Culpables somo todos los que hemos convertido la jornada de lucha por los derechos en algo rutinario en lo que ya nadie cree por culpa de unos pocos que decidieron cargarse lo que teníamos, decidieron culparnos a todos de las malas prácticas de uno, decidieron cargarse todo lo puro que otros lograron por nosotros.