Dice Mélida, el jefe superior del Cuerpo, que el discurso que ofrecerá hoy, con motivo del Patrón de la Policía, huirá de los datos, las estadísticas y los balances. Se centrará más en la figura del policía. Con la que está cayendo es lo más acertado: nunca antes la institución del Cuerpo Nacional de Policía había estado tan pisoteada, efecto puro y directo de la crisis moral que se padece al resquebrajarse el sistema económico que nos habíamos montado. A través de las redes sociales se difunden mensajes contra la Policía Nacional, el tradicional ‘pásalo’ viene cargado de insultos que se hacen generales a todo el Cuerpo a raíz de la metedura de pata de unos pocos y ese es el ambiente que aparece como telón de fondo de los Ángeles Custodios.
La clase política se ha acostumbrado a utilizar a la Policía de marioneta, la exponen a una serie de prácticas para frenar la protesta de un pueblo que inicialmente carga las tintas contra los que gestionan las arcas del pueblo, pero que termina enfrentándose a los agentes. Se difunden imágenes de erráticas intervenciones policiales (no hace falta aludir al mítico video del ‘coño, que soy compañero’), pero se obvian otras de menosprecio y agresión de individuos a agentes que puede (lo más seguro) que estén en contra de cómo la clase política ha hundido este país pero su obligación es la de estar ese día en el lugar X para controlar la concentración. No pueden oponerse, deben estar ahí. ¿Quién es al final el culpable de todo esto?, ¿por qué se permite que la institución atraviese uno de sus momentos sociales más bajos?, ¿quién maneja los hilos dejando a los policías en la cuneta?
Que hoy el jefe Mélida pase de un discurso basado en datos, en colgarse medallas del trabajo hecho, en puras estadísticas que quedan bien en los titulares de prensa sería irrisorio cuando, quizá el de ahora, sea uno de los peores momentos que puedan estar pasando los funcionarios a nivel general.