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El coladero del hachís

Las últimas intervenciones llevadas a cabo por la Policía Nacional y la Guardia Civil contra el tráfico de drogas se han saldado con el decomiso de lotes de hachís que pretendían ser introducidos en la península después de haber entrado en goteo por el Tarajal. Detrás de esos operativos se pudo detener a las personas que figuraban como pasadores, pero nunca se llegó al dueño de la droga ni a desentramar la organización que hay detrás de este negocio.
En el búnker del puerto, en donde se almacenan kilos y kilos de hachís esperando su incineración en la península, están los aprehendidos en una furgoneta por la UCRIF (690 que terminaron con la encarcelación del ex concejal que la conducía) o los más de 2.000 kilos que la Benemérita encontró en la batea de un camión. Por dichas instalaciones también han pasado los más de 500 que intervino la Policía Local en Cortijo Moreno, saldando aquel operativo con el único arresto de un marroquí. Las fuerzas de seguridad cierran sus operativos a sabiendas de que han dado un ‘palo’ económico a los dueños de esa droga, quienes, en definitiva, iban a lucrarse de su distribución en el mercado europeo. Pero queda en el aire la posterior investigación cercenada al no disponer de pruebas suficientes que avalen los oportunos avales judiciales.
Sobre la mesa de los especialistas antidroga se sombrean los distintos puntos en donde, se presume, las organizaciones esconden el hachís que entra por la frontera del Tarajal. Son auténticos zulos de hachís en donde se van almacenando las bellotas que pasan unos con los pequeños lotes que, en dobles fondos de vehículos, pasan otros. Hay naves que funcionan como auténticos búnkeres de la droga, encargadas después de abastecer los cargamentos que, después, se trasladarán a la península en ese peculiar juego del gato y el ratón que cada día se escenifica en el embarque portuario.
En las últimas semanas la Policía Nacional ha difundido, en Huelva y Córdoba, el hallazgo de naves cargadas de hachís o bien robado o bien almacenado para su reparto. ¿Cabría imaginarse esta escena en Ceuta?, ¿cabría pensar la presencia de una nave que, al igual que la de Córdoba, albergue kilos y kilos de droga? Sospechas de que existen las hay, otra cosa es disponer de las pruebas y apoyos judiciales para conseguir que las suposiciones se transformen en el hallazgo debido.
La Benemérita se quedaba la pasada Semana Santa con la miel en los labios tras hallar más de dos toneladas de droga en una batea. Durante varios días se estuvo investigando el lugar donde se había producido la carga. Investigaciones y sospechas que apuntaban a un poderoso narcotraficante como dueño de la mercancía cuya aprehensión le llegó en un paquete más amplio de malas noticias. La Policía Nacional también indagó sobre el origen de los 690 kilos hallados en una furgoneta, sobre quién era su dueño y sobre dónde se había cargado. Quienes manejan los hilos de un negocio que también se ve afectado por la crisis se rodean de testaferros para evitar que sus identidades salgan a la luz. Mientras el negocio funciona, día a día, creciendo en torno a una frontera convertida en un auténtico caos urbanístico permitido durante años.
El tránsito de culeros, de individuos que llevan adosada la droga o de vehículos cargados se mueve a los dos lado de la frontera, protegido por una red de chivatos capaz de avisar si hoy habrá vigilancia extrema o no. La combinación entre el tráfico fluido y la seguridad conviene a quienes ven en el Tarajal un filtro afín a sus negocios.
El tráfico de hachís se combina con otros, nutriéndose de la incapacidad de ejercer un control blindado. Si a España le resulta complicado, también lo es para Marruecos. Las colas y la confusión que reinan en Bab Sebta son aprovechados por quienes se preocupan –porque es su trabajo– en que el negocio de la droga siga su camino yendo de uno a otro lado para garantizar que todos los eslabones de la cadena del narcotráfico trabajan según lo estipulado. Poco a poco se llenan los zulos gozando de una suerte de factores que han convertido a las fronteras de Ceuta y Melilla en coladeros del hachís que se fuma en Europa. Estados Unidos ya lo advirtió en uno de sus últimos informes sobre el narcotráfico y las rutas de la droga. Europa también, sobre todo tras los últimos camiones cargados de droga intervenidos y la detención, en Tánger, de varios implicados en este trasvase de droga.

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