La idea de un carril exclusivo para residentes tendría como contrapartida que los ciudadanos de ciudades cercanas solicitaran igual ventaja a las autoridades españolas, algo inviable en la práctica.
Imaginar un carril exclusivo para residentes en Ceuta y teniendo en cuenta la distribución y aptitud física de cada aduana resulta complicado y nada fácil de aplicar, pues no vendría sino a aumentar aún más las colas y tiempos de espera. La solución no está en un carril para residentes, sino en una mejor distribución del paso en todos sus niveles, ya que existen hasta 7 carriles para ida y otros 7 para vuelta, de los que 4 se dedican a residentes y nacionales marroquíes durante los meses de junio, julio, agosto y parte de septiembre, y que durante el resto del año pueden alcanzar hasta 6 carriles. La “conducta de paso” es la que debería someterse a una mejor definición, tanto para la ida como para la vuelta. Son varios los motores con efecto de retardo que tienen una incidencia directa en la ralentización del paso. Por un lado, el sellado de pasaportes desde el propio vehículo se constituye como un motivo importante de espera, pues si un vehículo se detiene para sellar, tapona con su presencia el carril, obligando a detenerse a quienes van detrás y que no tienen necesidad de dicho trámite, viéndose obligados a esperar a que el vehículo causante del paro termine y pueda continuar la marcha. Esta situación podría resolverse con dos carriles destinados únicamente a quienes tienen obligación/necesidad de sellar pasaporte y que afectaría únicamente a ciudadanos marroquíes, y en menor medida, a los residentes ceutíes, pues los extranjeros son desviados a otros carriles. Otro motivo que promueve las largas colas es el punto de presentación de pasaportes, siempre con un máximo de 2 vías, en las que vierten y confluyen los 6 y 7 carriles de la zona central de la aduana, lo que viene a formar un “embudo” extraordinario. En este sentido, habría que solicitar que los pasos de salida sean iguales en número a los habilitados en la zona central de la aduana, de este modo se ganaría en agilidad de paso. Un tercer condicionante consiste en habilitar una línea específica para porteadores mecanizados, que tienen como norma y como fundamento estratégico “bloquear” distintos pasos para obtener un clima más benévolo para sus aspiraciones de paso de mercancías, lo que en muchas ocasiones perjudica de manera extraordinaria el normal funcionamiento de la aduana de Bab Sebta. Si estos tres condicionantes se revisaran buscando una mejor optimización de los mismos, difícilmente existirían colas como las que se sufren de forma continuada y que vienen a robar muchas horas de vida de miles de ciudadanos. Aunque somos conscientes de existen dificultades de carácter político, Siempre hemos apoyado la idea de que ambas aduanas deberían contar con un comité específico que estudie y mejore su rendimiento. Una muestra de la necesidad de esa plataforma de comunicación resulta vital y se puede ver en todo lo que rodea al Tarajal II, una obra que se aparece como inútil y sin sentido, y que una vez más viene a ratificar el gran desconocimiento de algunos “asesores” sobre materias inapreciables y difícilmente detectables sino se tienen las dotes precisas para valorar las consecuencias de unas decisiones que siempre se toman de forma unilateral y torpemente enraizadas en costumbres caducas. Las dos aduanas necesitan y tienen la imperiosa necesidad de mejorar sus cauces de comunicación, dejando a un lado cualquier matiz político, atendiendo únicamente a su singularidad y a cuanto tiene de espacio vital para el sustento diario de miles de personas. La Ciudad debe abandonar su histórica inhibición respecto al funcionamiento de ambas aduanas, estableciendo nuevos puentes y colaborando activamente en mejorar todo lo que tenga que ver con esa parte de la ciudad, no tan negra e incómoda como algunos creen.