La sociedad ha terminado por crearse una dura capa de protección ante la inmigración. Son tantos los episodios que se producen en Ceuta, que corremos el riesgo de mirar hacia otro lado pensando que lo repetido ya no es noticia porque no interesa. Quienes trabajamos en esto sabemos perfectamente la discriminación que llegan a hacer algunos medios: “si no hay algo que se salga de lo normal... no vende”.
Desgraciadamente todo se sale de lo normal (¿verdad Germi?). Que 9 personas arriesguen su vida en un mar embravecido ocupando una balsa que solo tiene capacidad para tres es una auténtica locura. Pero como se produce a diario... pasa eso, deja de ser noticia para los medios de comunicación que solo buscan la anécdota. Qué macabro... buscar anécdotas entre hombres y mujeres hartos de hacerle una burla a la muerte cada vez que intentan huir de África.
A la inmigración no nos podemos acostumbrar. Nunca. Esas personas que representan el drama en vida no podemos reducirlas a una mera estadística. Hacerlo es darles la puntilla a una vida demasiado rota, a una vida basada en escapadas, en sueños destrozados, en torturas de todo tipo y que no es más que el resultado del ataque que África lleva soportando desde siempre.
La foto de portada de Quino dice mucho. Un inmigrante mostrando un pequeño barquito de papel que se entretuvo en hacerlo después de ser atendido por Cruz Roja y tras llegar en patera hasta Fuente Caballo. Llegó, cual pescador, tomó tierra y huyó, escapó, corrió hasta ser interceptado en pleno centro por las fuerzas de seguridad (él y sus compañeros solo sabrán por qué). Y después, tranquilo, sabiéndose seguro... hizo ese barquito de papel, reflejando la fragilidad de su viaje en algo más que símbolo.
Pues sí, les pido que vean la foto y que piensen. Después, den gracias a Dios, cada cual al suyo y si no creen da igual. Simplemente porque les ha tocado nacer a este lado de la frontera. Solo por eso, todo lo demás da igual porque carece de sentido. Quién sabe si usted estaría hoy asustado, haciendo también su propio barquito de papel, soñando en que algún día pueda vivir con cierta normalidad en un país que no ha sido arrasado, explotado hasta sangrarlo y matado poco a poco por las que se dicen grandes potencias.