Gran recital de la Asociación ‘Andrés del Río Abaurrea’, con piezas míticas.
En las gargantas de esos caballeros, perfectamente trajeados, y de esas damas, elegantes como voces clásicas, sonaron anoche, en el Teatro Auditorio del Revellín durante el tradicional ‘Concierto de de Invierno’ a cargo de la Asociación Coral Andrés del Río Abaurrea, algunas de las piezas más hermosas jamás escritas –y cantadas–, como el ‘Hallelujah’, de Leonard Cohen o el ‘A mi manera’, de C. François, y lo hicieron, además, con la categoría y el estilo marca de la casa, con el saber hacer propio de escuelas reputadas e internacionalmente valoradas.
De tal manera, el recital fue una bonita prueba y constatación de que, aún en los tiempos que corren, tan pobres e incultos, la música exquisita, las voces hermosas y las letras imponentes tienen cabida y público, aunque este sea escaso: bendita minoría, pues. En este sentido, cabe destacar que la entrada era libre hasta completar el aforo, pues este espectáculo se encuadraba en el convenio de colaboración que la Consejería de Educación y Cultura sostiene con la Asociación Coral, acuerdo por el que esta ofrece varios conciertos durante todo el año, y que, sin embargo, la asistencia fue realmente escasa –un tercio de auditorio, aproximadamente–, hecho que pone de relieve, precisamente, el escenario anterior: tiempos lúgubres en cuanto a cultura se refiere.
Sea como fuere, la cita fue de tronío, todo ello derivando en un recital que transcurrió de acuerdo con el programa que se detalla a continuación: ‘Funiculí, funiculá’, de Luigi Denza; ‘Contigo en la distancia’, de C. Portillo de la Luz; ‘Reloj’, de Roberto Cantoral; ‘Algo contigo’, de Chico Novarro; ‘Piel canela’, de Bobby Cappó; ‘Voy en busca del olvido’, de José L. Rivera; de ‘Melodías antillanas’, de Armando Bernabéu; ‘Habaneras de Cádiz’, de Carlos Cano; ‘A mi manera’, de C. François – J Reveaux; ‘Kalinka’, Popular - Rusa; ‘Tres cantos nativos’, Popular - Amazonas; ‘Locuras’, de Silvio Rodríguez; ‘Hallelujah’, de Leonar Cohen; ‘Te quiero’, de Alberto Favero y Mario Benedetti, como colofón de un espectáculo digno de aplauso y de mención.