600 personas en busca de un puerto. 600 hombres y mujeres perdidos en el mar, en un gran barco que no encuentra puerto para recibir una mínima asistencia humanitaria. Son reflejo de una gran tragedia moral y social, que se extiende como una plaga maligna por toda la población. Nadie los quiere tras ser rescatados por Médicos Sin Fronteras y Sos Mediterranée.
Los lamentos de su capitán que advierte de la falta de alimento para aguantar más tiempo parece que no remueven conciencias. No lo hace ante las autoridades de esa Europa que clama por unos derechos humanos que ella misma pisotea. No lo hace ante una sociedad que ha arremetido contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por dar instrucciones para que ese barco pueda atracar en Valencia.
Lo que es una obligación no solo política sino también moral ha obtenido su réplicas en unas redes sociales que arden con declaraciones de todo tipo. No me sorprenden. Cada vez que escribo sobre inmigrantes, recibo todo tipo de críticas (algunas por cierto demasiado bajunas pero nunca firmadas).
Lo que me asusta es el destino que estamos buscando a este mundo capaz de mirar a otro lado y dejar que 600 personas mueran en un barco, condenando a los infiernos a aquellos que ofrecen una vía de solución.
Como decía mi compañero Adrián, ‘las cabezas no están bien’. No, no lo están. Tampoco los corazones. Tampoco este mundo que sigue incluyendo en su calendario fechas de celebración de paz, sigue sanando sus culpas ofreciendo donativos para apadrinamientos internacionales mientras escupe a una auténtica tragedia que se repite a diario en nuestras vallas y ahora la tenemos representada en un barco a la deriva.
El ‘efecto llamada’ es la excusa preferida de los partidos que han dado ejemplo de unas atrocidades de las que nos arrepentiremos en un futuro. Lo haremos si conseguimos mantener la conciencia y cierta pureza intelectual que nos permita ver que no, que lo que se hace no está bien, que estamos permitiendo que el monstruo de la inhumanidad se adueñe de todos nosotros buscando justificaciones sin sentido, argumentando excusas impropias de una democracia.
La decisión de Sánchez no debería haber sido la suya, sino la de toda una comunidad internacional que calla y ejecuta muertes en vida. Como miserables.
Veamos, Echarri, dinos el número de africanos que quieres que acojamos y a partir de ese número podríamos cerrar las puertas de Europa. ¿O, acaso, pretendes que acojamos a cualquier número de africanos que llegue a nuestras costas o fronteras? Ten en cuenta que solo en África hay mil millones de personas, ¿tu intención es acogerlos a todos? Porque se nos están presentando gente que no viene de países en guerra, sino a buscarse un lugar al sol, estos son migrantes económicos. ¿Tú podrías meter en tu casa a 15 o 20 personas más? Pues algo parecido está pasando en Europa con los que quieren venir aquí.
Ojo a esto, Echarri: Los barcos de ONGs se sitúan enfrente de la costa de LIBIA, entre 8-12 millas náuticas, llamada "zona de rescate", y, una vez rescatados del mar, en vez de llevarlos al puerto de ZARZIS, en Túnez, que se halla a tan solo 60 millas náuticas de la llamada "zona de rescate", los llevan al puerto italiano de POZZALLO, en SICILIA, a 275 millas náuticas de la "zona de rescate", es decir, atraviesan todo el Mediterráneo de sur a norte.
Recientemente se ha abierto una investigación por la Fiscalía de Catania, Sicilia, sobre presuntos contactos entre ONGs y traficantes de seres humanos. En efecto, el Fiscal Jefe de Catania, CARMELO ZUCCARO, ha manifestado que tiene en su poder informes de FRONTEX –AGENCIA EUROPEA DE VIGILANCIA EN FRONTERAS Y COSTAS– en los que se evidencia una fuerte caída de peticiones de socorro por parte de las pateras en riesgo de naufragio porque los traficantes de seres humanos llaman directamente a las ONGs y se ponen de acuerdo con ellas. Esos informes añaden que los barcos de las ONGs actuarían como una especie de TAXIS: los traficantes hacen entrega de los inmigrantes a las ONGs a pocas millas de la costa de LIBIA, lo que hace imposible arrestar a esos delincuentes.
El corolario de todo esto, Echarri, es que detrás de las migraciones masivas y de la acogida indiscriminada de refugiados hay algo más que una actitud humanitaria. Mafias que tratan de lucrarse, poderes supranacionales más o menos ocultos que tratan de subvertir las poblaciones autóctonas europeas con fines maliciosos. A este respecto, el periodista Ignacio Camacho dijo en la linterna de la COPE que "LOS REFUGIADOS SON ARMAS DE GUERRA, PERO ELLOS NO LO SABEN, SIN EMBARGO, SÍ LO SABEN QUIENES LOS ENVÍAN A EUROPA". Lo dicho, Echarri, detrás de todos esos movimientos de personas no hay solo personas que vienen a buscarse un lugar al sol. Hay algo más siniestro. Y ese plan oculto cuenta con lacayos, sicarios y lameculos para conseguir los propósitos que se han marcado esos poderes más o menos ocultos que toman el rostro del Nuevo Orden Mundial. Y créeme, los medios son lacayos, sicarios y lameculos de Nuevo Orden. Sin acritud, Echarri.