La progresía tiene un espacio para el retiro espiritual incomparable, donde poder campar a sus anchas, sin presiones, ni agobios y territorio abonado para manejarse con la soltura propia de quien no tiene rival.
Se hace difícil admitir como fiesta el día de la patria andaluza cuando poco o nada hay que celebrar. Dejémoslo en conmemoración y aceptemos los actos como una obligación institucional con sus más ilustres ciudadanos (ayudado con mucha copla y folclore en Canal Sur, medio de comunicación del régimen andaluz para hacer olvidar al pueblo, una versión suavizada de Gadafi en Libia donde los violines en televisión acallan las voces desesperadas de sus habitantes).
Determinar la realidad social de Andalucía es entrar a valorar la dejadez de una clase política que se acomodó, atrincherándose sin nuevas ideas, confiando en el campo, la construcción y el turismo como sectores fundamentales para defender su economía.
Volcarse en estrategias que dinamizaran la industria no entró en los planes en el comienzo del perenne gobierno de izquierda, ayudándose, tan sólo, en el miedo al pasado y recogiendo en la actualidad toda la miseria previsible por no haber sembrado fuertes estructuras que sustentaran con firmeza dicha autonomía.
Así se puede comprobar desde el himno, que en vez de un canto a las grandezas de su tierra es más propio de un mitin para jornaleros en Marinaleda. “Pedid tierra y Libertad… “, ¿ustedes encuentran normal esa letra en una región del occidente de Europa? No haré más sangre, ni analizare más a fondo ese himno más propio de un país del Este en plena Guerra fría, valores desfasados que no tienen cabida ni aportan nada para el crecimiento y el cambio de rumbo.
La comunidad andaluza se olvidó de la democracia, perpetuando con sus votos en el cargo al Sr. Chaves (insigne “personaje” condecorado por este rotativo), siguiéndole el Sr. Griñán con las mismas artes y la misma falta de talento que su predecesor, pero que asumió el cargo regalado de buena gana, tras abdicar en él aquel que declaró ser oriundo de Ceuta sólo por un detalle circunstancial (cuantos hijos de militares, comerciantes y funcionarios se sienten ceutíes más allá de su procedencia y no mantienen dos discursos según proceda…).
Pero Manuel se fue a Madrid a cumplir con fidelidad a ZP, dejando a Pepe que era de la misma cuerda y quien se suele mantener oculto tras la cancela de la sede de la Junta, pues no sabe por donde meterle mano a la situación. Decadencia de un pueblo cada vez más arrabalero, sin una industria propia que le permitan abordar el desempleo, donde vuelven a verse limpiabotas y chatarreros a patadas (de la vuelta de la picaresca y buscavidas en España por razón de hambre ya la trataremos un día con tranquilidad).
En conclusión, Andalucía, una tierra próxima que se ha antenido atada a una época y debe despojarse de complejos que tan sólo viven en la mente de los mayores, estando obligados a olvidarse cuanto antes, buscando alternativas serias y manejando opciones que diversifiquen los sectores. Determinación y compromiso para crear una industria propia, con perspectiva y sin imposiciones de fuera que condicionan siempre con una continúa amenaza de cierre. Un cambio que ya exige la historia de forma urgente donde, de una vez por todas, no tengan cabida sombras de oscuras águilas ni banderas republicanas.