En Grecia, durante el mes de diciembre de 2008, tuvieron lugar revueltas derivadas de la frustración y la situación de precariedad en que se encontraba el pueblo griego.
Creo que algunos – quiero creer que no estoy solo - nos tememos que pueda repetirse en España. Y digo que lo temo no solo porque personalmente esté en contra de la violencia, sino porque en ese mismo país con el que nos comparamos, muchos siglos atrás, alguien ya dijo que enfadarse es fácil, pero hacerlo con la persona adecuada, con la intensidad requerida, en el momento oportuno, por el motivo justo y del modo correcto, eso ya es más difícil. Pero lo tenemos que hacer.
Parece que llega el momento en el que en España se está terminando de cocer el estallido de rabia, impotencia y sufrimiento, un fenómeno que me parecería perfectamente justificado pero con el que perderíamos más de lo que ganaríamos.
Si al final recurrimos a la violencia, la realidad es que las hipotecas no van a desaparecer, los hospitales no van a volver a funcionar como antes, las familias no tendrán un respiro para llegar a fin de mes. Lo único que ocurrirá es que se perderán bienes materiales, seguramente vidas humanas y también el norte, el punto hacia el que queríamos ir.
Una revuelta es algo fácilmente previsible por los que están en el poder, de hecho supongo que es una de las opciones que más se barajan entre ellos, entonces, ¿por qué caer en algo para lo que ya están preparados y que no va a producir ningún efecto positivo?
Tuvimos la oportunidad de dar un paso intermedio en las últimas elecciones, un paso que habría sido dejar fuera del poder al PP, al PSOE y a IU. Agrupaciones como UPy D y otras nuevas formaciones pueden no ser lo que buscamos pero, honestamente, habrían sido mejores opciones. Para ello solo hacía falta un poco de valentía, cierta fe en el cambio, la aceptación del miedo a lo nuevo. No era la solución, pero sí un buen punto de apoyo. Aunque solo fuese por el “limpión” de enchufados que se habrían quedado sin chiringuito. Además, quiero creer que partidos como UpyD habrían cumplido su promesa de desmantelar las autonomías, algo que se tendría que haber realizado hace mucho tiempo. A mí no me importa que Andalucía exista o no como autonomía, lo que me importa es que los hospitales funcionen y la educación mejore.
Tampoco oigo – o leo – que estén tomando fuerza las asociaciones de vecinos. Quisiera creer que simplemente los medios de comunicación lo están silenciando, porque otro buen paso intermedio sería que los vecinos se ayudasen entre sí, quizá comprando comida en común, compartiendo gastos, apoyando a las familias más necesitadas. Dejando de usar en la medida de lo posible el dinero, algo que para los que ostentan el poder sería un palo muchísimo más duro que cualquier manifestación violenta: nos controlan porque dependemos del dinero. Cuidado, no digo que se pueda funcionar sin él, solo señalo que habría otras formas de usarlo en el futuro.
Cuando oigo que se quiere tomar la calle de forma indefinida, solo como manifestación, sin agresividad, me parece un autoengaño, porque de una situación así a otra violenta solamente hay un paso. En cuanto algún inocente sufra algún daño irreparable en esos disturbios, solo vamos a querer venganza, nos podrá el enfado y la ira, y todo aquello que soñábamos conseguir se perderá.
Esta guerra es una guerra de la conciencia, ya hay muchos en los que una llamita ha brotado en su interior. Ahora hay que seguir ese camino, consiguiendo más claridad de mente y enfocando nuestra indignación de una forma sabia; proporcionando pasos para el cambio, quizá lentos, pero seguros.