Ebhel Africana, la cantante y artista ceutí , está pasando el confinamiento en Marruecos, concretamente en una urbanización cercana a Castillejos. Está conviviendo con una amiga, pero aún así no deja de componer y cantar. Se ha montado un pequeño estudio de música casero donde continúa con su pasión. El país vecino también está sumido en un Estado de Alarma, pero más prohibitivo que el de España. Ebhel Africana cuenta su historia de confinamiento a El Faro de Ceuta.
–¿Por qué decidiste quedarte en Marruecos antes de que se cerrara la frontera con Ceuta?
–Me quedé aquí porque yo vivo entre Ceuta y Marruecos, trabajo entre ambos sitios. La casa en la que estoy es el campamento base y, como estaba de mudanza, decidí quedarme porque la casa es más grande que la de Ceuta. Las condiciones son mejores, aquí tengo mucho espacio, sino tendría que compartir mi casa con varios familiares.
–¿Cómo se portan las autoridades marroquíes con la población para hacer respetar el confinamiento?
–Yo al principio dudé de cómo se iba a gestionar la situación, pero me han sorprendido. De la noche a la mañana pusieron un dispositivo impresionante de seguridad e información. Respecto a las autoridades, nada más decretar el Estado de Alarma se plantó un funcionario en la urbanización para dar una autorización por cada casa, es decir, solo un miembro por hogar está permitido que salga a la calle a hacer las cosas más imprescindibles como la compra. La autorización tiene absolutamente todos nuestros datos, incluida la huella dactilar.
–¿Son muy estrictos los horarios?, ¿hay fases como en España?
–Aquí los horarios son diferentes. Más estrictos. A partir de la seis de la tarde no sale absolutamente nadie a la calle, y nadie es nadie. Cierra todo a cal y canto, lo único que está abierto son comercios de alimentación y productos básicos. Servicios mínimos.
– ¿Es obligatorio el uso de mascarilla?¿La población cumple las normas y medidas de seguridad?
–Sí, está terminantemente prohibido salir a la calle sin mascarilla. Además, aquí la Policía salió con un furgón, durante los primeros días, y detenían a los típicos jovenzuelos que no le daban importancia a la situación y se los llevaban a comisaría. Ahí les tomaban los datos y daban un toque de atención. Esto a los que no llevaban mascarilla.
De la noche a la mañana ya todo el mundo la lleva, además las regalan en las farmacias compres lo que compres. Hasta lo más insignificante, te regalan una. Las tiendas de barrio todas tienen un cristal puesto a modo de mampara para evitar el contacto con los dependientes. Todos vamos con mascarillas, máscaras y guantes.
–¿Qué diferencias respecto a desinfección encuentras con España?
–Cuanto entras en alguna superficie más grande como por ejemplo Carrefour, hay personal en la puerta que se encarga de desinfectarte las suelas de los zapatos, las manos... Es tremendo, estamos muy bien. El coche también lo desinfectan cada vez que entras o sales de un pueblo.
–¿Cómo es el ambiente de un supermercado? ¿Se notó el comienzo del Ramadán?
–En los supermercados hay poquísima gente y todos guardan la distancia de seguridad. Aún así en la puerta hay una persona encargada de desinfectarte y un policía que te pide la autorización y, si no perteneces al distrito marcado por la ubicación de tu casa, no te deja entrar y debes darte la vuelta. También hay carteles explicativos y con pictogramas por todos lados. Respecto al Ramadán la gente está encerrada a cal y canto. Cuando comenzó, igual sí que había un poco más de gente en el zoco, pero nada llamativo. Aquí las cosas si se dicen, solo es una vez. La gente respeta todo mucho. También aquí hay comida a punta pala, los supermercados están llenos de comida. No tengo miedo a un posible desabastecimiento.
–¿Cuál es tu sensación como residente en Marruecos de la gestión por parte de las autoridades?
–Me ha sorprendido muchísimo, me quito el sombrero. Al principio estuve un poco desubicada porque no sabía cómo iban a gestionar esta crisis sanitaria. El país está muy concienciado: fumigan las calles, hay vigilancia y muchas medidas de seguridad.
–¿Se respira un ambiente de miedo? Personalmente, ¿tú lo tienes?
–Sí, se respira miedo. La gente tiene miedo. Yo a lo único que tengo miedo es ver cómo se está convirtiendo en algo malo el darse un abrazo. Que todo esto tiene que servir para ser mejores, no más fríos.
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