“Como muchos sabréis he estado 17 días fuera de combate, en principio, debido a un episodio diabético. Esta es la historia real”. De esta manera comienza el relato que el empresario malagueño Benjamín de la Mata colgó ayer en su perfil de la red social Facebook. Una historia, la de sus 17 días ‘de vacaciones’ en la cárcel algecireña de Botafuegos,que apenas cinco horas después ya habían comentado más de cien personas. Todo comienza en Ceuta, el 19 de enero. Hasta este lado del Estrecho vino de la Mata, “como hago habitualmente porque tengo clientes y amigos allí desde hace muchos años”, para dar un servicio de ‘sushi’ (halagada comida japonesa) en el pub Nouveau.
“En el control de Ceuta me paré yo voluntariamente porque en Málaga vivo en unos bloques de la Guardia Civil y tengo mucha relación con la Benemérita”, explica, “pero donde me detuvieron fue en Algeciras”. Al principio creyó, sinceramente, que era una broma. Que su vecino el guardia civil le había tendido una trampa. Quizás, incluso, que había alguna cámara oculta. ¿Quién sabe si los perros estaban olisqueando la comida que llevaba en el maletero? Pero no. “Encontraron ocho kilos de ‘hachís’ en la estructura interna del maletero”, relató ayer a ‘El Faro’, “por lo que pasé a estar detenido por un delito contra la salud pública”. Perplejo, trató por todos los medios de explicarles a los agentes que aquello no le pertenecía, que incluso se veía a simple vista que esa sustancia estaba cubierta con telarañas, que solo había estado 32 horas en Ceuta “trabajando, y no traficando”. Pero nada. Al calabozo. “Cuando me presentan ante la juez, asistido por un abogado de oficio, le explico que no soy un traficante, que tengo familia, hija, hipoteca y no supongo un peligro para la sociedad”, cuenta el empresario, “y al preguntarme cómo había llegado esa sustancia hasta allí y yo decirle que debía estar allí desde hace más de once años no me cree”. Resultado: prisión incondicional. Eso sí, a la espera de que los análisis pertinentes determinen la antigüedad de la droga.
Engrilletado y custodiado, tal y como relata, la Benemérita le llevó entonces a la prisión de Botafuegos. “Los mismos agentes le dijeron a los funcionarios que yo no debía estar allí, que me cuidasen, se dio cuenta todo el mundo de que era inocente menos la jueza”, resalta vía telefónica. Por suerte ingresó en el módulo de enfermería por tener tensión y glucemia. Preguntado por si prefería estar solo o acompañado, él prefirió solo por puro desconocimiento. “Pero el funcionario me vio muy mal y decidió ponerme en la mejor compañía, de un traficante llamado Javier y de Vicente, un ‘pringao’ como yo que está allí a sus más de 60 años con cuatro años de condena porque su hijo le mandó a vender un coche a Marruecos a sabiendas que a la vuelta iba a venir cargado de droga”, se felicita.
Así, en compañía de un violador, dos asesinos confesos y 14 narcotraficantes pasaban los días “intentando no meterme en líos, soportando la impotencia y dolor de mi familia e tratando de ocupar el tiempo sin pensar demasiado”. Javier se convirtió en su ángel de la guardia. Le puso al día de los pormenores de la vida carcelaria y lo mantuvo alejado de problemas. A pesar de que el abogado que contrata su familia, Decano del colegio de Cádiz, ofreció incluso avalar la fianza con su patrimonio personal la jueza lo deniega reiterando que “soy un peligro para la sociedad”. Había que seguir esperando...
Hasta este lunes. Hace dos días. “Me habían acusado por llevar ‘nada’, pues esa droga llevaba tantos años allí que metida que es como si llevara alfalfa”, dice. Resultado: libertad sin cargos. ¿A la calle? No. “Pasé cinco horas extras en prisión porque a la secretaria judicial le supone mucho esfuerzo mandar a un funcionario a prisión con el documento de mi libertad, así que debo esperar de nuevo allí hasta que manden el fax”, prosigue la historia, “así que vuelvo a Botafuegos con los policías perplejos ante mi situación”. Fue a las 19.20 del lunes cuando Benjamín regaló todas sus pertenencias a Vicente, ese padre engañado por su hijo, y, tras un fuerte abrazo, salió en libertad. “Me llevé tres cosas. Un buen amigo, Javier, un mal trago y una gran decepción: la justicia en España es para llorar”, concluye.
“Ha sido una locura, una pesadilla. Solo pensar que he estado once años paseando droga por España...”, asegura, “aunque mi preocupación principal es por mi mujer, porque es ella quien realmente más utiliza este vehículo. Le llega a pasar a ella y, literalmente, me la matan”. No le cuesta reconocer que ha estado varios días “totalmente ido” y que, como nos ocurriría a la mayoría en su situación, la cárcel se la imaginaba por lo que había visto en las películas. Así que enseguida se puso en lo peor. “Allí duermes con extraños, haces tus necesidades con otras personas, la comida es ‘bazofia’ y eso que yo no soy delicado para comer, te lo tienes que comprar todo...”, describe, “la única suerte fue que en el módulo de enfermería la mayoría de las personas son mayores y al menos no hay violencia”.
“Que no ocurra más”
En un arrebato ayer al mediodía, de la Mata se decidió a contar su historia. “Sinceramente sentía vergüenza, por eso nadie lo supo antes”, reconoce, “pero quiero que todo esto se haga público para que no le ocurra a nadie más, para que nos demos cuenta de la Justicia que tenemos en este país”. Otro de sus objetivos ya fuera de Botafuegos es ayudar a Vicente, quien podría estar en libertad si hubiera entregado a su hijo. “Tengo empresas que marchan bien y puedo ayudarle, es una injusticia que esté pagando por aquella jugada de su hijo”, opina. El tercero es que esto no se quede en una mera equivocación. “En teoría me corresponden 90 días de indemnización por cada uno de los días que he pasado en prisión”, cuenta de la Mata, “pero yo no me voy a conformar con eso porque me he gastado 5.000 euros en un abogado y he perdido mucho dinero en trabajos que no he podido hacer por esta injusticia”. Una historia que, por desgracia, no es una excepción.
Más datos
A quién compró
El coche fue adquirido hace más de diez años a una empresa que ya no existe, pero el vehículo era utilizado como ‘Renta-car’, es decir, se utilizaba como coche de alquiler.
No era droga
Los análisis de la droga determinaron que el hachís, dada su antigüedad (más de una década), en realidad no era nada.
Trascendencia
El caso trascendió rápidamente a la opinión pública malagueña. Antes de recibir la llamada de ‘El Faro’ tres medios de su ciudad habían conocido el caso y se habían interesado.
En San Roque
De la Mata tiene que ir a San Roque a recoger el vehículo, que fue ‘destripado’ para descubrir el lugar donde estaban los ocho kilos.