Sociedad

Dos anticuerpos y un ángel

Aún estando curada de COVID-19, las secuelas siguen muy presentes en su vida: le duelen las piernas a menudo, a veces incluso le cuesta levantarse de la cama.

“A mí me gustaría despertarme y pensar que esto ha sido un sueño. No por mí sino por el resto de personas. Dentro de lo mal que yo lo haya pasado, lo mío ha sido muy leve”, cuenta Marilin Delgado Mejía, una de las personas en nuestra ciudad que ha conseguido desarrollar los dos anticuerpos frente al coronavirus. “Ahora mismo mi analítica dice que soy inmune”, asegura.

Aunque está mejor físicamente, el camino de Delgado ha sido tortuoso. Desde aquel entierro en Madrid el pasado 3 de marzo del que finalmente salieron doce familiares positivos hasta que se diagnosticó el suyo, esta vecina natural de Colombia registró como principal síntoma “gastroenteritis, que no se contaba con ello”.

“Los síntomas eran: falta de respiración, fiebre y tos seca. Y yo eso, lo que es fiebre y tos seca, la tuve después de haber pasado el COVID-19”, admite.

Desde que llega a Ceuta el 9 de marzo y hasta que llama al 061 el 14, “los dolores eran horribles”. Delgado padece fibromialgia y ese fue el primer diagnóstico que le dieron: que los dolores tenían su origen en esta enfermedad.

Decidió llamar a la línea 900 habililtada por la Ciudad, y ahí fue cuando conoció a la que considera su “ángel”: una trabajadora llamada Aída a la que agradece la compañía y la atención.

“Cuando pasa el tiempo de confinamiento empeoro, empiezo a toser de tal manera que cuando Aída me escucha por teléfono, estamos hablando por el 23 de marzo, me dice que la tos no le gusta. La fiebre empieza a subirme, ya no puedo dormir, me duele mucho el costado, no paro de toser, ya empiezo a asfixiarme y deciden enviarme en ambulancia para que me recoja en casa. Me recogen en casa para volverme a repetir las pruebas del COVID-19, pensando que lo había vuelto a coger. No. Eran las secuelas que me había dejado el virus”, relata.

Delgado, por su experiencia, es muy crítica con la gestión del Instituto de Gestión Sanitaria (Ingesa). “El trato fue malísimo. De hecho tuve que escuchar mientras tosía y tenía sed y no podía respirar, cómo celebraban un cumpleaños”, asegura. Aquella noche en el box de Urgencias, una limpiadora fue la que se acercó a preguntarle qué necesitaba. Nada que ver con el trato que, dice, recibió por parte del personal de la ambulancia que la llevó hasta el hospital.

Por lo que ella ha pasado, y por lo que ve estos días, es tajante: “Creo que no lo han vivido, creo que no han sufrido ni han perdido a alguien. Pero eso no significa que no les pueda llegar a pasar a ellos”.

Piensa sobre todo en los jóvenes: “Que esto no es un juego. Que en realidad duele. Y duele de verdad. Ya no duele no solo físicamente, sino también moralmente”.

“Aprendes a valorar mucho más las pequeñas cosas que no tenías”

Una de las lecturas que Delgado ha sacado de este tiempo ha sido la de dedicarle tiempo a lo que realmente importa. Y dar las gracias. En su móvil se programan alarmas para poder dedicarle “tiempo a todo”, confiesa. “Aprendes a valorar mucho más aquellas pequeñas cosas que no tenías”. Se consideraba una persona con “tiempo limitado para todo”. En este caso, las amistades. Los que se han interesado por ella: la familia, como su hija que vive y trabaja en Valencia. Delgado vive sola con su hijo en nuestra ciudad. Sus más allegados, pero también agradece el trato a su jefe, Ramesh Chandiramani, “quien estuvo en contacto conmigo en todo momento”; a sus vecinos quienes le ayudaron en las compras cuando ella estaba confinada obligatoriamente; a su amiga Mari Carmen Tineo “a pesar de la distancia”; Belén; pero en especial a su amiga Adela. Pero no son todos los nombres que están: hay más, y también da gracias “a todas las personas que me escribieron, que fueron bastantes”. Atrás queda el recuerdo agrio de ver cómo algunos vecinos, al ver llegar la ambulancia que iba a recoger a Delgado, le avisaron que “tuviera cuidado que en el portal había alguien con COVID-19. ¿Cómo les contestas? Vienen a hacerme las pruebas a mí. Y te dicen ‘ten cuidado a ver quién es’. Pero eres tú misma. Eliges quedarte callado…”, reconoce que decidió en aquel momento. Lo peor de la pandemia para ella y para todos ya pasó, pero ella ya sacó su lectura: “Pensar que igual la vida se nos puede acabar en un minuto sin pensarlo”.

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