Solo quieren saber dónde están sus cuerpos. Esperan noticias desde que el 16 de junio de 2021, los teléfonos de cinco inmigrantes marroquíes llegados a Ceuta en la entrada masiva de mayo dejaron de sonar. Días antes habían comunicado a sus familias, casi todas asentadas en Tetuán, que iban a salir en una embarcación desde la playa de San Amaro para alcanzar la Península. Nunca llegaron. Nunca, tampoco, fueron encontrados sus cuerpos ni la neumática que se convirtió en una trampa mortal pilotada por uno de los inmigrantes.
La UCRIF de la Policía Nacional mantiene que están muertos. Que perecieron en el mar en un naufragio esa misma noche. Por eso, ha relacionado a los tres ceutíes detenidos en la operación contra el tráfico de personas realizada en Loma Colmenar a finales del mes pasado no solo con delitos de tráfico de inmigrantes, sino también de homicidio por imprudencia. Los seguimientos y las intervenciones telefónicas constituyen solo una parte de las pruebas acumuladas en el marco de la investigación judicializada, un flujo de información constante en el que se llega a aludir de forma específica a la desaparición de estos jóvenes en el mar, así como a la manera en que estuvieron hacinados antes de su marcha.
La Policía mantiene que la desaparición de estos marroquíes, con edades comprendidas entre los 20 y 30 años de edad, fue producto de un trayecto sin medidas de seguridad, que tuvo como salida la playa de San Amaro pasadas las dos y media de la madrugada. Algunos de los jóvenes no sabían siquiera nadar y se eligió a uno de ellos como particular patrón, a pesar de que carecía de conocimientos de navegación. Tenía la encomienda de abandonar la embarcación en el mar una vez llegaran a la Península. Nunca lo hicieron, tampoco a Marruecos ni a Gibraltar. No queda rastro de ellos ni de la propia neumática.
A cada uno la Policía le reparte un rol. Está quien organiza los viajes con el traslado de los inmigrantes hasta la playa, encargándose de supervisar la salida. También quien destina su vivienda adaptada a esos fines de ocultación de las personas, utilizando motos de agua y neumáticas, “con evidente desprecio hacia la vida”, como se verificó en la salida del 16 de junio de 2021 que terminó con la desaparición de estos cinco jóvenes.
Al menos cuatro de esos chicos estuvieron escondidos en la vivienda de Loma Colmenar que servía de base logística. Un taxista se encargaría de los traslados.
La Policía cifra la cúpula en esos tres arrestados, pero alude a más enlaces como participantes secundarios situando los beneficios alcanzados en más de 250.000 euros. Los detenidos variaban sus domicilios, por eso la Policía, el día en que llevó a cabo los registros, se aseguró hacerlo a la vez en los lugares que había señalado como posibles puntos en donde dormían los sospechosos, arrestando a los tres. En total se llevaron a cabo cuatro diligencias de entrada y registro donde se intervinieron dos embarcaciones neumáticas de cinco metros de eslora, dos motores de embarcación fuera borda, 3.000 euros en efectivo, tres terminales telefónicos, tres petacas de combustible y documentación vinculada a la investigación.
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