Acostumbra a sucederle, y mucho, a la administración: que echa mano de la vara de medir que más le conviene para aplicar lo que luego nos venden como norma común para todos. Les habló de las identificaciones en las protestas. Ayer la Policía motivó varios titulares después de que procediera a la identificación de varios de los concentrados en la ‘Marea verde’, que defiende la Escuela Pública y que incluso admite, entre sus afines, a gente que va de idealista pero que luego no quiere para sus propios descendientes dicha educación. Yo no voy a entrar en si el comportamiento de la Policía -que actúa siempre mandada por un jefe que se mueve de acuerdo a lo ordenado por un político- fue el adecuado o no. Ni tampoco voy a valorar si todo se hizo para impresionar al ministro que llega a Ceuta para pasar las horas y decir más bien poco, porque con la voluntad y las promesas se pueden rellenar páginas pero no cambiar la ciudad. Lo que sí me molesta más es que las administraciones utilicen distintas varas de medir cuando les conviene. Me explico. Todos tenemos en nuestra memoria reciente concentraciones o protestas que se han organizado y que no han motivado actuación identificativa alguna por parte de la Policía. Llegamos a tener incluso actos iguales en los que, según quien proteste, se actúa o no.
Todavía recuerdo a cuatro indignados -porque no eran más- que en plena sesión plenaria ‘se atrevieron’ a sacar una pancarta sobre el 15-M. Ellos mismos abandonaron el pleno y se toparon con un registro de la Policía Local que incluso les llegó a cachear amén de pedirles la documentación. Esta misma semana veíamos a varios sindicalistas sacar cartulinas en el pleno por el tema de las consolidaciones pero no se produjo cacheo alguno ni amenaza de denuncia. ¿No eran las mismas situaciones?
Si nos vamos más atrás en el tiempo, nos topamos con las protestas por los recortes ‘made in Vivas’ que nunca fueron sancionadas, mientras que para cortar los tambores de los parados ‘protegidos’ por Comisiones Obreras se tuvieron que inventar hasta una resolución, llevando el tema casi a asunto de Estado. Las leyes deben ser para todos iguales, pero no sucede así porque terminan contaminadas por un poder político que las utiliza y aplica a su antojo. Ayer tocaba aparentar ante la ‘Marea verde’ un celo policial para tener contento al ministro don Jorge. ¿Y mañana, por qué no?