El ecuador de la campaña electoral viene marcado por mensajes turbios con un discurso fácil sustentado en lo que algunos quieren escuchar, sin que por ello tenga sentido o se base en realidades. Vox dedicó su jornada de ayer a anunciar algo que forma parte de su programa: el cierre de las mezquitas ilegales, concretando que “investigaremos y elaboraremos un catálogo” de las que haya en la ciudad. El problema es que Vox no es ninguna fuerza de seguridad para investigar, ni tiene en su mano informaciones contrastadas sobre “las salas de rezo sin control en las que se promulga el integrismo” que, dicen, existen en Ceuta. De tenerlas debería ponerlas en conocimiento inmediato de la Policía, de la Guardia Civil o del CNI porque es obligación y deber de cualquier ciudadano que conozca una ilegalidad trasladarla de inmediato a las fuerzas de seguridad para que intervengan. Pero a Vox no parece interesarle esto, ni tampoco dar a conocer la verdad, sino más bien remover este tipo de asuntos para aprovecharse de ese discurso fácil que lleva utilizando desde que se asomó al espacio público, tendiendo a confundir conceptos con un único fin. Vox no tiene que prometer decisiones cuando estas se basan en el mero cumplimiento de la ley, sencillamente porque ya existen unos servicios de información encargados, de forma permanente, de investigar lo que pueda haber o no y de actuar en consecuencia. Llevan investigando años y han llevado a cabo operaciones de mucho peso. Lo hacen de forma callada y profesional porque España puede alardear de tener unos de los mejores servicios de información sin que por ello pongan el altavoz a sus acciones ya que no persiguen aplausos fáciles sino resultados. Con este tipo de intervenciones Vox pretende hacernos ver que nada se hace para vencer cualquier tipo de radicalismo y que tienen que venir ellos para poner orden. Ni saben de lo que hablan ni son prudentes, quizá porque sus intervenciones buscan más el ruido y otros intereses que un trabajo responsable que, por cierto, lleva muchísimos años realizándose de ahí los resultados que se han obtenido en la lucha contra todos los terrorismos. Desviar la campaña electoral por estos derroteros, provocando la apertura de frentes que en nada sirven para atender los problemas que tiene la población española, solo tiene un sentido, una finalidad: distraer, generar polémicas, buscar la distracción fácil para, finalmente, no hablar ni proponer medidas efectivas que es, en definitiva, lo que la sociedad quiere.