Hace treinta y cinco años fue nombrado el primer director general civil. El inolvidable Luis Roldán Ibáñez fue recibido como una bocanada de aire fresco en una Institución donde los guardias civiles eran los parias de la democracia española. No teníamos derechos o mejor dicho, se pisoteaban los derechos básicos de los guardias civiles como ciudadanos españoles. Puede que suene un poco mal lo “de pisotear nuestros derechos”, pero la verdad no se puede mandar al excusado de la democracia, porque la democracia se sustenta en pilares como la transparencia y la libertad de expresión.
Los guardias civiles pensábamos que Luis Roldán nos dotaría de derechos y que el asociacionismo en la Guardia Civil tenía las puertas abiertas, pero fue totalmente lo contrario, porque el recluso Luis Roldán fue el mayor depredador e inquisidor de los derechos de los guardias civiles y la historia lo recordara así, aunque a él poco lo importa, porque donde no hay, poco se puede sacar. Tras su fuga fue sustituido por Ferrán Cardenal, poco esperábamos de él y no nos defraudó.
En ese largo caminar, el director que más tiempo ha permanecido al mando ha sido Santiago López Valdivielso, nombrado por José María Aznar durante los ocho años que permaneció en el gobierno. López Valdivielso será recordado como el director que apostó por el cambio en la relación entre los guardias civiles y la Administración, dotándonos de derechos básicos que parecían imposibles de conquistar solo unos años antes.
Después de tantos años en el ostracismo, López Valdivielso comenzó a hablar con los representantes de los guardias civiles y lanzó, sin decirlo, un mensaje que fue captado fácilmente: “Ojo que aquí mando yo” y, por supuesto, marcó unas líneas rojas a los que intentaran poner piedras en el camino. López Valdivielso comenzó a reunirse con las asociaciones de guardias civiles, creó el Consejo Asesor de la Guardia Civil, donde los guardias civiles pudieron elegir a sus representantes, dio pasos importantes en la jornada laboral, autorizó que las parejas homosexuales pudieran vivir en los cuarteles pero, sobre todo, apostó por el asociacionismo en la Guardia Civil y acercó a los guardias civiles a la realidad social del país. Hablaba con ellos y sus representantes.
El pasado lunes, la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, visitó Ceuta, según los medios, para conocer los problemas reales de los guardias civiles. Sabíamos que no se reuniría con los representantes de los guardias civiles, porque nunca se reúne con los representantes cuando visita las comandancias. Tiene una idea distinta de conocer o no conocer los problemas de los guardias civiles pero, sobre todo, marca una distancia con las asociaciones profesionales que define su estilo y, por tanto, las asociaciones profesionales deberíamos marca una línea de comunicación distinta, porque no nos queda otra alternativa.
En AEGC en particular y en otras asociaciones en general, percibimos que se pretende asfixiar a las asociaciones profesionales, cercenando derechos de los representantes, obviando que existen representantes provinciales, limitando el derecho de asociación, poniendo trabas para que los representantes de los guardias civiles puedan ejercer sus funciones como ocurre en la Policía Nacional y las policías autónomas y locales.
La visita a Ceuta, como a otras comandancias, no ha servido para que conozca de mano de los representantes de las asociaciones las carencias, necesidades o cualquiera otra circunstancia que deba conocer nuestra máxima representante. En definitiva, como hace muchísimos años, solo nos queda la prensa, porque las asociaciones no generalistas somos las únicas que podemos denunciar las penurias que pasamos los guardias civiles de todas las escalas.
Ninguna de las asociaciones existentes en la guardia civil fueron legalizadas por el psoe, todo lo contrario, pues bien:
En las próximas elecciones que cada uno vote a quien quiera menos la psoe, a estos que los voten los altos mandos. Entre los componentes de la clase básica y los jubilados, creo que se llevarían un buen repaso.