La esperanza de Ceuta se llama ahora ‘plan estratégico’. Un puñado de expertos bajo el control de la protegida Tragsa van a dibujarnos los retos que se deben alcanzar para que esta ciudad tenga futuro. Asusta, y bastante, que en pleno 2022 todavía nos tengamos que plantear qué modelo de ciudad queremos, cuáles son los lastres y las mejoras. No sé. Después de tantos años de gobiernos supuestamente interesados por la protección de Ceuta, nos enteramos que hay que empezar prácticamente de cero estableciendo una hoja de ruta para que podamos centrarnos en la vida y disponer de una Ceuta con futuro. A una le da por pensar qué han hecho hasta ahora todos los que tuvieron cierta responsabilidad en los designios de este pueblo, interesaría saber no sólo lo que hicieron sino lo que dejaron de hacer. Ha habido y sigue habiendo tanta dejación, que este nuevo invento del plan suena a cortina de humo amparada en el interés que, tras la crisis de mayo, parece cobrar Ceuta a ojos de un gobierno central que siempre pasó de este lado del Estrecho y de una Europa que lo más que hizo fue interesarse por las trincheras que mantiene a modo de fronteras cuando se produce alguna incidencia.
No se preocupen, tenemos una estrategia en forma de plan para una Ceuta que se rompe poco a poco, en donde la sociedad vive enrarecida, mirándose con recelo, haciendo aguas sin tender puentes. Mientras se plasma en un informe qué hacer y cómo hacerlo, se hace más fuerte la grieta que nos separa como pueblo con identidad propia.
Nos cuenta el alcalde que ve “una oportunidad histórica” en este plan, que vislumbra un futuro de estabilidad, prosperidad y cohesión. No necesitamos oportunidades, ni nadie que marque el camino, ni echar mano de los intereses de unos y de otros, ni tanta parafernalia para saber lo que hace falta en Ceuta: trabajo, oportunidades, que los de siempre no sean los dueños del pueblo y los demás los sometidos para que haya un futuro para todos por igual.
Solo hace falta tener las ideas claras y empezar a interesarse por lo que necesitan los ceutíes y no por lo que los interesados quieren mantener para no perder sus buenas ganancias. Pero eso no lo dirá ni Tragsa, ni el plan, ni el puñado de expertos que en seis meses nos van a traer la vacuna para salvar Ceuta. No lo dirán porque van a plasmar lo que el sistema quiere que se plasme. Y a todos estos gobernantes que celebran que alguien por fin les va a orientar sobre cómo hacer su trabajo les importa bien poco el resultado. Forman parte del show. Nosotros somos la consecuencia.