Asociamos el gris a la tristeza que se nos viene encima, a un estado de desánimo y apatía, una mezcla de cansancio debilidad e impotencia.
Me levanté a las 4 de la madrugada, parece que el frío visita nuestra ciudad. Amanece a las 7 pero a las 20 horas tenemos que devolverle al sol la luz que nos ha prestado.
Me toca corregir exámenes, ordenar apuntes, trabajos, materiales. Tengo que poner en orden las notas, las llamadas a los padres, preparar ejercicios... Son las 6, mi perra no entiende de obligaciones. Me merodea en círculos, utiliza el hocico, las patas, la mirada: es su lenguaje.
El paseo es breve.
Como siempre la gente ha olvidado su basura en el recinto de la Marina: bolsas, botellas, restos de comida, cáscaras de pipas, cacas de perro. Ya uno se acostumbra al paisaje urbano.
Una ducha rápida: lavar dientes, utilizar el peine de mis manos, afeitado ligero y poco más.
Toca el segundo café y el automatismo con el que no olvido los medicamentos.
Mientras tanto la radio habla de Gaza, de miles de muertos, de Puigdemont y la amnistía. Esperanza Aguirre ha parado el tráfico para protestar en la sede del partido socialista. Sin noticias de Ucrania ni Rusia. España dividida por la amnistía, los resultados de la liga y la publicidad del corte inglés.
Llego al instituto cinco minutos antes, da tiempo para el tercer café que un amigo me ha dejado pagado; siempre con la leche fría.
Primera clase, toca terminar un tema y comentar la actividad sobre “El ocio” habrá un debate en el día mundial de la Filosofía.
Segunda clase. Los chicos más pequeños hablan y hablan. Nada interesa sobre técnicas de estudio (la verdad es que nada interesa sobre nada). Son los 13 años de ahora en el que los profes nos pasamos más del 50% de la clase pidiendo silencio. Pierdo la paciencia. Se hace el silencio que desaparecerá en 4 minutos. Siempre igual, con ganas de abandonar esta dinámica de policía.
"Mañana volverá a ser hoy, se ha estancado el tiempo, repetimos como programados para las mismas funciones"
Tercera clase con los mayores. Reparto exámenes: caras largas, protestas, no entienden por qué la puntuación es tan baja si han escrito mucho. Otros siguen con su móvil, al final de curso les pasaremos la mano y todos contentos.
Cuarta clase. Seguimos con el tema del Día de la Filosofía y ensayamos un debate sobre el ocio: no es tomar la palabra solamente, hay que ser rigurosos y críticos cuando queremos participar.
Llego a casa. Claustro telemático, comer de pie, sacar a mi perra que no entiende de días grises.
Son las 20 horas. Tengo que mandar El Cañonazo. Me espera el parque canino en el que me siento protegido, arropado por la tranquilidad del ambiente. Es el Nirvana.
Llego a casa. 21:30.
Puigdemont, Gaza, Israel que quiere masacrar a Palestina bajo la indiferencia del mundo. Las noticias de los muertos son como el parte del tiempo.
Las 22:00 horas. Mi Abby se mete debajo de las mantas y siento su calor cercano, su solidaridad incondicional. Repaso WhatsApp, algunas llamadas.
Mañana toca analítica, reunión de trabajo y cañonazo.
Mañana volverá a ser hoy, se ha estancado el tiempo, repetimos como programados para las mismas funciones.
Otra vez Puigdemont, otra vez la guerra, otra vez vuelta al café para no quedarse dormido definitivamente.