Opinión

Día de la Autonomía de Ceuta: Identidad de un proyecto común llamado España

La Conmemoración del Día de la Autonomía de Ceuta nos introduce en el día 2 de Septiembre del año 1.415, efemérides que tiene como principal protagonista a la flota portuguesa, tras conquistar esta Ciudad y confiarla días más tarde a manos de Pedro de Meneses, que quedaría desde ese mismo instante al frente del primer gobierno junto a su séquito de asesores, dejando bajo su mando y en defensa una Guarnición.
Posteriormente, como acontecimiento que ha quedado inmortalizado en las páginas de la historia de esta Ciudad, el primer Gobernador de Ceuta recibió del monarca don Juan I de Portugal, el viejo aleo de acebuche con estas célebres palabras: “Desde este momento te nombro Gobernador Capitán General de Ceuta, y este palo será tu bastón de mando y símbolo de autoridad”.
Actualmente, el aleo se conserva en el Santuario de Nuestra Señora de África, en manos de la Virgen de África, Patrona de Ceuta. Bastón que tradicionalmente ha sido heredado en las sucesivas ceremonias de tomas de posesión de los gobernadores de la Ciudad.
Desde aquel acontecimiento hoy rememorado solemnemente con el Día de Ceuta, recapitulamos con singularidad la proyección de un territorio fraguado como balcón de Europa y estancia del continente africano, permaneciendo inmerso en numerosos conceptos geográficos y culturales que seguidamente detallaré.
No pudiendo soslayar, que Ceuta como una de las tantas porciones que conforma el Reino de España, se impulsa hacia un norte afluente en discordancia a la proximidad de un sur socavado con innumerables complejidades.
Por lo tanto, esta tierra que me vio nacer como hijo suyo es parte integrante e inconfundible de España, siendo considerada de especial resonancia por su enfoque en el mapa geopolítico y geoestratégico. Superficie que con el paso de los tiempos ha adquirido el distintivo de frontera sur de Europa, en una demarcación que cabría calificarla de especial inestabilidad.
Un espacio en el que tienen cabida numerosos credos que fusionados entre sí, se empeña en ser el arcano inalterable como rastro identificativo de esta Ciudad. Significándose que cada uno de las calles que conserva, se constituyen en un paradigma de convivencia donde se alinean aspectos culturales, étnicos y sociológicos.
Una población como Ceuta consignataria del respeto mutuo al amparo de los valores recogidos en la Carta Magna.
Habitantes de una Ciudad hospitalaria como Ceuta, que con valentía se siente implicada en la defensa de los valores democráticos como la libertad, la igualdad o la solidaridad. Principios básicos que permite vivir en armonía a pesar de las religiones que residen.
Un lugar emblemático que podría contemplarse como la combinación de tradiciones culturales, donde numerosos grupos poblacionales comparten sentimientos de pertenencia y aspectos virtuosos, exclusivos y simbólicos en relación a sus raíces históricas.
Sin embargo, la coexistencia de las culturas que confluyen, no ha dado lugar a espacios desiguales e intolerantes, sino más bien, al ensanchamiento del conocimiento como arraigadas costumbres puestas en común.
Llegándose a la tesis que es posible la armonización uniforme tanto de la comprensión, como de la integración y de la amplificación en la interlocución de los estilos culturales que subyacen. Una Ciudad con raíces enteramente pluriculturales, que cultiva con escrupulosidad intercambios recíprocos y enriquecimientos por las partes que concurren.
Pero también cabría afirmar, que en esta superficie es inevitable constatar, que las tradiciones culturales no son acervos inquebrantables e inmutables de comportamientos y maneras de hacer significar las realidades en las que vivimos, sino que por el contrario, se muestran como cúmulos manejables y versátiles.
De ahí, que Ceuta quede acomodada como territorio exclusivo y plenamente singular al contorno social, no solo al de procedencia sino conjuntamente al colectivo destinatario. Quedando magistralmente enmarcada en valores de convivencia y al mismo tiempo en la seducción de la sociabilidad a los ojos de todos. Transfiriéndose múltiples esencias culturales, que englobadas con primor al resto de los refinamientos que conviven, no hacen distinción por uno específico.
Fusión cultural que no sólo ha sido cristalizada por la herencia histórico-artística de las civilizaciones circulantes, sino por las coyunturas que la hacen encajar en complejidades étnicas y la coexistencia de dogmas como el cristiano, musulmán, judío, hindú y otras confecciones minoritarias, que asombrosamente se transforma en cátedra de sabiduría.
Maneras propias de una Ciudad en su talante de convivencia, en la que se posibilita la protección de los posibles estereotipos que pudiesen esquivarse. Como del mismo modo, la extinción de la intransigencia o la exclusión étnica hasta desembocar en la pócima cultural que conlleva a la percepción, la tolerancia o la identificación genética entre algunas de las que cabría referir.
No obstante, los límites colindantes con Marruecos no deben ser concebidos como una divisoria de desunión, sino más bien, como ensambladura de conexión compartida que establece el andamiaje europeo-africano y atlántico-mediterráneo. Si bien, al ser calificada como espacio Shengen, la lleva a operar simultáneamente en las dos direcciones, estableciéndose como territorio europeo en el continente africano.
Matices que indudablemente entraña un inconveniente añadido, en contraste con el resto de los lugares de España.
Una instantánea la de Ceuta que actualmente es dispuesta para que de ningún modo se quebrante su posición de frontera. No soslayándose que a poca distancia de este exiguo espacio de tan solo 19 kilómetros cuadrados, subyace las consabidas disputas reivindicativas por parte del reino alauita sobre la misma Ciudad Autónoma y Melilla, como las tensiones entre Argelia y Marruecos, la situación en el Sáhara Occidental y la presencia yihadista en el Sahel.
Evidencias que a modo de indicadores de primer orden se une a las variables dependientes, independientes, intervinientes e identificativas que apuntan con premura a la silueta de una Ciudad como Ceuta situada entre el pulso de dos continentes.
Ahondando en la historia de esta Plaza, Ceuta ha sido activamente confiscada por diversos pobladores que la han invadido por su indudable valía terrestre. Habría que hacer referencia a los fenicios, griegos, cartagineses, romanos, vándalos, visigodos, bizantinos, musulmanes, portugueses y españoles.
Moradores que a lo largo de la historia han intervenido y pugnado por un espacio territorial que hoy se reduce a la armonía de excelencias propias, cohabitada por un complejo mosaico de saberes. Pero sin en alguna cuestión redunda las páginas de esta superficie enteramente española, sus anales dicen referirla a mimetismos íntegramente castrenses.
Un Ejército emanado de la Comandancia General de Ceuta, donado diariamente con alta representación y protagonismo en lugares emblemáticos de la misma y que simultáneamente hacen gala de la fidelidad como su mayor virtud.
Unidades militares como las habidas en esta Guarnición y una sociedad como la ceutí, que hoy por hoy por la proyección que ambos encarnan en los momentos complejos que discurren, persisten hermanados y en perfecta sintonía como binomio compenetrado con exquisitez.
Un Ejército que transita por las calles y campos exteriores de la Ciudad y allí donde se le demande, puesto en acción permanente como elemento armónico e inseparable, que lo defiende y salvaguarda como una parte singular de Ceuta. Poniéndose de manifiesto la complicidad en el grado de excelencia y el elevado sentido de instrucción.
Unas Tropas que se adornan a costa del comportamiento ejemplar y de la capacidad sin límites en el cumplimiento del deber.
Es justamente en este contexto e instante real, donde se visibiliza una parte territorial del Gobierno de España como es la Ciudad Autónoma de Ceuta. Siendo precisamente en ese respeto común a la pluralidad y a la singularidad de las culturas que han sido definidas, donde irrefutablemente se establece la solidaridad de todos.
Pero el dibujo habitual de esta Ciudad hoy enmarcada en la conmemoración del Día de la Autonomía y convertida en garante de la UE, es la toma de conciencia de cuestiones que redundan con desvelo en los corazones de quiénes habitamos este territorio.
Me refiero a cuestiones como la presión migratoria escenificada en los episodios que a diario se reproducen en sus límites fronterizos, formando parte de un lastre en un interminable escape de personas llegadas desde diversos estados africanos, al encuentro desesperado del anhelo europeo.
Igualmente, hay que hacer una llamada al terrorismo internacional que clama a las puertas de este territorio o el crimen transnacional, como el comercio ilícito de personas o de armamento, o la mercancía transfronteriza denominada el bulto, que aunque nos duela reconocerlo incide alarmantemente en el corazón de esta Ciudad.
Todo ello ante la inseguridad permanente de sujetos con acercamientos a realidades salafistas y puntos próximos a Marruecos, surgidos del desbarajuste de estados inconsistentes y adyacentes a su situación geofísica, generadores por otro lado de numerosas ondas de colisión.
Aseveración de inmenso calado con el agravante de detectarse en las inmediaciones del perímetro fronterizo, movimientos invasores de potenciales retornados combatientes que no deben quedar al margen de este escenario.
Consecuentemente a lo expuesto, Ceuta ha de enfrentarse a múltiples desafíos que entre los ya enumerados habría que insistir en la deriva que adquiere la inmigración irregular o la incertidumbre cada vez mayor en las divergencias llegadas del terrorismo yihadista, que dicen tener a este enclave entre sus objetivos prioritarios.
No cabe duda, que cada vez son más las personas que deciden apostar por la frontera Sur de Europa, en la que se encuentra como centinela avanzado de la Unión, la Ciudad Autónoma de Ceuta.
Visto desde este punto de vista, entre ambos continentes subyacen importantes divergencias económicas, políticas, sociales y culturales inducidas por los efectos de llamada. Esencialmente derivadas de entornos endémicos y orgánicos, que irremediablemente les impulsa a transitar mediante largos recorridos, para finalmente alcanzar una superficie que a los ojos de todos, se convierte en el balcón de Europa y en la puerta inicial al primer mundo.
Un territorio que como consecuencia de su condición espacial, recibe proporciones extremas de allegados en calidad de migrantes, bajo la inconmensurable sospecha de mafias que incluso llegan a fines de explotación sexual.
Quiénes desgraciadamente así lo deciden, arriesgan su vida mediante el manejo de pateras o zodiac o en balsas hinchables, o motos acuáticas, o bien a nado, o en calidad de polizones ocultos en coches, camiones, bateas o pasos habilitados e irremediablemente a través del asalto a las vallas perimetrales que separan ambas fronteras.
Aunque la permeabilidad redundante en Ceuta, habría que relacionarla con la persistencia y la ausencia de posibilidades en la visión de futuro que se atisba entre los jóvenes africanos, tampoco es menos cierto, que quiénes ahora intentan el asalto al perímetro fronterizo, lo hace valiéndose de palos, garfios, cizallas, armas blancas, etcétera.
Todo ello frente a actores armados huidos del Estado Islámico desde Siria, procedentes de Marruecos y otros países del Sahel, que podrían aprovechar la disyuntiva de penetración entre los numerosos asaltos y avalanchas que se suceden en la frontera.
Factores que prueban el carácter combinado de una advertencia elocuentemente compleja, tanto en su configuración como en sus manifestaciones, y que por tanto, precisa de argumentos y políticas integrales inmediatas.
Ciñéndome al Estatuto de Autonomía de Ceuta, como fórmula institucional básica por excelencia aprobada por las Cortes Generales mediante la Ley Orgánica 1/1995, de 13 de Marzo, hoy se convierte para los ciudadanos de pleno derecho sin excepción y las nuevas generaciones ancladas en este territorio, en el precepto legislativo por antonomasia que regeneramos con ambición.
Patrón constituyente que es preciso recapitular al menos una parte de su preámbulo, para tomar en peso alguno de los aspectos que se conmemora y que positivamente respaldamos con la festividad del Día de Ceuta.
Una parte concreta del preámbulo dice: Con su aprobación, Ceuta accede a su régimen de autogobierno, gozando de autonomía para la gestión de sus intereses, integrándose y completando el sistema autonómico que se ha desarrollado a partir de la Constitución Española.
Y continúa diciendo: Ceuta, consciente de su significado histórico, aspira a que el proceso que se inicia con el presente Estatuto, posibilite que sus ciudadanos compartan y promocionen los objetivos básicos y valores que en el mismo se contemplan, mejorando las condiciones de vida y de trabajo, facilitando las condiciones adecuadas para que la libertad y la igualdad de los ceutíes sean reales y efectivas, promoviendo el progreso económico y social de la Ciudad y estimulando el respeto, comprensión y aprecio de la pluralidad cultural de su población.
De manera, que el presente Estatuto ha sido instituido conforme a lo previsto en el Artículo 114 Apartado b de la Constitución Española, como expresión jurídica en la identidad de la Ciudad de Ceuta, quedando establecidos las instituciones, las competencias y los recursos dentro del respaldo generoso de todos los lugares de España.
Conmemoración del Día de la Autonomía de Ceuta que evoca el periodo transitado con firmes convicciones y grandes esfuerzos, en la que este territorio despuntó para contornearse como la Ciudad atractiva y generosa ante los ojos del mundo, para finalmente adquirir los preceptos de la solidaridad bajo la tutela de España.
Un ejemplo de esta realidad hoy visibilizada con esta celebración, lo constata el día 5 de noviembre del año 2.007, fecha en la que esta Ciudad asentaría entre sus páginas uno de los acontecimientos más destacados con la Visita de Estado de S.S.M.M. los Reyes de España don Juan Carlos I y doña Sofía.
En palabras textuales de S.M. el Rey emérito don Juan Carlos I durante su discurso en el Salón del Trono de este Ayuntamiento, decía literalmente: “Comprobamos con particular satisfacción que Ceuta es hoy una urbe moderna y dinámica, que ha sabido crecer y prosperar en el marco del pluralismo y democracia que define a España”.
Frase que pone de manifiesto el respeto e incuestionable cariño que los ceutíes sienten por el resto de los pueblos de España, mostrando con orgullo aquellos símbolos como razón de ser e integridad común que se conforma en su Bandera o el típico aleo o bastón de mando, o el ceitil como moneda exclusiva, que definen a Ceuta en el deber de compartir un futuro que es parte de todos.
Residentes de la Ciudad Autónoma de Ceuta, emplazados a dar un paso al frente desde la pluralidad de sus culturas como muestra propia de su identidad, que se postulan con esta celebración en la integridad y preservación de los valores democráticos, avalando el bienestar de todos.
Ceuta, un territorio producto de la semblanza viva de un País, que hoy con la conmemoración del Día de su Autonomía, es surcado en su idiosincrasia con principios y valores universales que abarca lo arraigado, lo perdurable y esa expresión pública del deber inquebrantable de hacer valer la solidaridad, como un pacto de convivencia común.

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