El 10 de diciembre los socialistas afrontamos el Día Internacional de los Derechos Humanos con honda preocupación, por las constantes violaciones de derechos humanos que todavía se producen en múltiples rincones del planeta, y con el compromiso inalterable de seguir trabajando para que todos los hombres y mujeres, se encuentren donde se encuentren, puedan disfrutar plenamente de dichos derechos.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1948, y que cumplirá el año que viene 70 años, fue un gran paso adelante para la Humanidad, en tanto que explicitaba los principios de equidad, justicia y dignidad humana como los pilares sobre los que se sustenta la comunidad internacional. La vigencia, transversalidad y perdurabilidad de estos principios casi siete décadas más tarde, acreditan cada día más si cabe su carácter universal e imperecedero.
Sin embargo, pese al largo camino recorrido desde el año 1948, todavía existen en la actualidad reiterados ataques a los derechos humanos en todo el planeta, al tiempo al que asistimos a la proliferación de mensajes de odio e intolerancia dirigidos a justificar y alentar la violación de los valores comprendidos en la Declaración Universal que ahora conmemoramos.
Solo en este año 2017 hemos presenciado con indignación e impotencia cómo se vuelven a vender seres humanos como esclavos en Libia, cómo cientos de miles de personas rohingya huyen de la limpieza étnica en Myanmar o cómo todavía personas son perseguidas, en países como Chechenia, solo por causa de su orientación sexual.
Asimismo, múltiples conflictos bélicos, como los que se prolongan en Siria o en Yemen desde hace años, amenazan diariamente los derechos más elementales de millones de civiles. Por otra parte, el terrorismo sigue atentando masivamente contra el derecho a la vida y a la seguridad, mientras que la falta de derechos políticos y civiles cercenan la libertad de millones de personas. En la propia Unión Europea observamos con desesperación la continua pérdida de vidas humanas en el Mediterráneo o cómo miles de personas refugiadas pasarán de nuevo un invierno en condiciones inhumanas en los campos de Grecia.
Defender los derechos humanos implica defender también a los defensores de los derechos humanos, que están sometidos a crecientes niveles de persecución, intimidación y violencia, como está ocurriendo en Turquía con su continuado encarcelamiento o en Colombia, donde muchos defensores de derechos sufren amenazas y violencia por el simple hecho de realizar su trabajo.
Por último, con respecto a nuestro país subrayamos nuestra voluntad de derogar la Ley Mordaza para aprobar una nueva norma que tenga como referencia los artículos 19 y 20 de la Declaración Universal de 1948, referidos a las libertades de expresión y reunión. Además, exigimos que España vuelva a convertirse en un referente en la lucha por los derechos humanos a nivel internacional, empezando con la revocación de la reforma del Partido Popular en materia de jurisdicción universal. Finalmente, reclamamos que España también defienda enérgicamente a los trabajadores pro-derechos humanos, especialmente a aquellos que están siendo injustamente criminalizados por salvar vidas en el Mediterráneo, como es el caso de la activista Helena Maleno.