Pues sí, ya lo creo que hubo una especial explosión de contento, entusiasmo y satisfacción, que se fue incrementando a medida que la portería del equipo nacional de Italia iba recibiendo el balón, impulsado al final de unas jugadas magistrales de la selección de fútbol de España. Cuatro veces se oyó el grito de entusiasmo de los aficionados españoles presentes en el espléndido estadio de Kiev; casi me atrevo a asegurar que nunca se dio en ese estadio algarabía parecida a la que los españoles, allí presentes. organizaron. No era para menos esa liberación estruendosa de las dudas y temores que se habían ido acumulando, en el ánimo de los aficionados españoles, a lo largo de la competición europea. Nuestra selección es buena. se decía, pero los italianos tienen solera futbolística y, además, al tal Balotelli había que temerle a la vista de los dos goles que le hizo a Alemania.
No hubo que esperar mucho, una vez iniciado el partido, para que la tensión o el temor aflojaran su presión sobre el ánimo de los españoles: pero era poco, se necesitaba más y llegó el segundo gol español antes de que terminara el primer tiempo y con ese resultado, 2 a 0 a favor, se fueron a los vestuarios al terminar la primera parte del partido. La ilusión había sustituido al temor, aunque todavía quedaba mucho tiempo por delante y era lógico que se diera alguna reacción en el buen equipo italiano. Bueno, si excelente fue la primera parte no lo fue menos la segunda, en la que se vieron jugadas espléndidas así como el hundimiento de los italianos, que recibieron otros dos goles sin llegar a darse cuenta de qué es lo que tenían que hacer para acabar con el dominio español aunque sólo fuera para poder contar con un gol a su favor. No pudieron.
Es natural que los españoles nos sintamos muy satisfechos con la labor llevada a cabo por la selección española de fútbol a lo largo de toda la competición. Nos ha hecho pensar en muchas cosas técnicas y de otros órdenes.