Son muchos los años de promesas que ha soportado la comunidad musulmana, promesas hechas que no terminaban de materializarse en una acción concreta. Sucedió con la ampliación del cementerio de Sidi Embarek. Se ha tenido que llegar al extremo de no haber prácticamente más espacio de enterramientos para iniciar las obras de ampliación. Y no será porque la comunidad musulmana no lo estaba avisando. Lo mismo ha sucedido con la reclamación de un tanatorio musulmán. Una infraestructura necesaria y reclamada en tantas ocasiones que, sinceramente, daba vergüenza que no se abordara este asunto con la seriedad debida. Ahora parece que por fin se dará el paso necesario, que ahora sí se va a dar luz verde a una obra para que se disponga de un tanatorio con sus salas de velatorio, otra para el lavado de difuntos, oficinas y espacios para que pueda darse el último adiós en un lugar específico preparado para ello.
Es mucho lo que se ha pasado, demasiadas situaciones vividas que permanecen en el olvido... todo porque no se disponía de un lugar adecuado sin que alguien pudiera dar una explicación convincente a cómo, sí salían adelante proyectos de menor importancia e interés ciudadano, en cambio este quedaba en el cajón de los olvidos, sin obtener el visto bueno y estar amparado por una urgencia que estaba más que justificada.
Se tiene una deuda pendiente con la comunidad musulmana desde hace muchísimo tiempo. Confiemos en que ahora sí que sí se atienda y se actúe con la celeridad debida para que nadie deba sonrojarse ni salir a la palestra para narrar más mentiras a las que ya nadie puede acostumbrarse.
Ha habido años de dejadez, de mirar hacia otro lado y de no hacer las cosas bien en todos los sentidos. Ahora se pone por delante un terreno, la mejor de las ubicaciones y un proyecto. Están los recursos y la voluntad: solo queda que se cumplan unas promesas por las que se ha esperado demasiado tiempo.