Hace unos días me dio un hombre una carta, y lo digo con toda la ley, al leerla: “Una soledad. Unos momentos de pura angustia. Sin saber lo que puedo hacer. Estoy sólo en un habitáculo. ¿Es culpa mía?. ¿Obre de mala manera?.
Son muchas las interrogantes que me atraviesan. No pude dormir. En este lugar es lo normal. Así las horas se van diluyendo. Pero es imposible. Los "come, come", están aquí al lado mía. Se me viene el mundo encima.
La interrogante, si todo el mundo dice que lo hace, ¿por qué yo me encuentro aquí?. ¿ Seré el chivo expiatorio?. Yo aquí solo y mi familia ¿cómo pasará el trago?.
Ahora se que debería de haberlo meditado, y mucho, pero me convencieron. Es fácil, fue la norma que me dieron. Y si llevas unas adecuadas compañías, como por ejemplo una mujer y un crío chico, entonces triunfas. Le darán mucha pena y te dejarán tranquilo. Y me lo creí. Me tragué el anzuelo entero. Fue muy rápido.
El nombre del dinero, en mayúsculas, me hice tener un acto reflejo. Ahora lo comprendo; tarde, pero sé que me equivoqué.
La canción “despacito”. ¡Ay qué envidia!. Por el mundo hay que planear con pies de plomo.Los impulsos hay que dejarlos para los valientes.
Uno puede llevarte a este lugar tan frío, tan insípido de felicidad. Con muchas dudas ¿que te pasará?.
El futuro te viene en este presente. Una expresión es la que me digo una y otra vez, con los ojos llenos de lágrimas: “!Yo me quiero morir!”.
Pero sigo aquí. Mi arraigo a esta vida es muy grande. Soy muy joven. Acabo de empezar a vivirla.
¿Me enfrentare a algo nuevo?. ¿Será verdad lo que dicen para ir a la cárcel?.
Muchas dudas. Muchos deseos que llegue el negro mañana.
Ese momento donde un hombre dará una sentencia judicial y decida lo que yo hice en unos minutos de despreocupación del futuro mío y de mis seres queridos. ¿Cómo repercutirá en mi futuro?.
Más incógnitas, si caben en mi cabeza, que me hacen estar como un flan.
Un hombre enfrentado a una posible condena de un magistrado.
¿Será verdad?. Todo lo que estoy pasando. ¿Será verdad lo que me dijeron? ¿Perderé mi flamante coche?.
Sigo con mis dudas transcendentales. Pero verdaderamente sigo aquí.
Estoy esperando el traslado al Palacio de Justicia y allí nuevamente estaré esperando en unos calabozos. Allí compartí, con otro igual que yo, habitáculo, esperando nuestro futuro.
Puede que tenga mis mismas inquietudes pero solo será caldear más el ambiente. Yo solo quería desfogar me de mi pesar, pero el otro tenía mi misma inquietud. Fui un idiota aceptar el encargo.
Pero solo yo sé ¿que es lo que hecho?. Dios mío, ayúdame.
Me he metido en un nuevo lío. Solo el hombre suele tropezar dos veces con la misma piedra. ¿Me darán una nueva oportunidad?. Yo sería capaz de jurar que no volveré a hacerlo más.
¡Ay que dolor!. Me duele hasta el alma.
Me gustaría ser nuevamente un crío, solo que hubiera sido una trastada. Me hubiera calentado mi padre, pero eso sería suficiente. No pasaría nada.
Ahora soy un hombre marcado para toda la vida. Ya no podré optar para meterme en muchos boquetes.
Esto me cierra muchos lugares y como está el mercado laboral, lo tengo muy chungo. ¡Ay mi cabecita de cristal!. ¿Cuándo cambiaré?. No me vale para nada hacerme el chulo en la calle.
La verdad es otra. Es ver qué todos se buscan la vida con honradez y yo estoy aquí pensando en ¿qué hacer para alimentar a los míos?.
Más vale un chusco de pan ganado con el sudor de tu frente, que estar con los billetes cargados tus bolsillos que algún día te saltará la perdiz.