PP y PSOE animan el juego político en esa especie de resaca de campaña permanente. El lenguaje constructivo debieron olvidarlo en aquellas guarderías donde los más avispados enganchaban las piezas del rompecabezas. Tras aquello se pasó al más puro disparate preñado de acusaciones reducidas al ‘tú más’. Con esa compañía avanzamos en el día a día.
El último desencuentro entre populares y socialistas, bajo acusaciones de deslealtad y faltos de memoria, se ha sustentado en el reproche de las promesas incumplidas. Ni unos ni otros son ejemplo de fidelidad a sus anuncios.
Las consecuencias de lo que hoy padecemos tienen su origen en una herencia sin pilares. La frontera, esa valla parcheada e inútil, la sanidad, la educación que provocaría sonrojo en cualquiera y cuyo análisis en Ceuta solo sirve para sacar la vena más racista culpando del fracaso al pobre manejo de la lengua… Todas esas quiebras y más, muchas más, tienen un origen claro en el déficit demostrado por quienes tuvieron poder y siguieron contemplando a Ceuta como la Cenicienta de España, la plañidera a la que algo había que dar, aunque llegara tarde.
"La deslealtad y la falta de memoria se echan en el mismo cuenco del que beben populares y socialistas según sus turnos y conveniencia"
Levantamos una cárcel enorme, absorbiendo millones de presupuestos y presupuestos, ocultando la historia negra de un accidente mortal falto de esclarecimiento. Ahí la tenemos, la joya de la corona.
Hicimos un hospital después de años soportando el tercermundista de la Cruz Roja para fallar en los recursos y medios hasta llevar a la sanidad contra las cuerdas.
Pusimos en marcha una frontera, la vergonzosa trinchera de Europa, sometida a la actitud dictatorial de unos vecinos que tan pronto te aligeran un paso como te bloquean la línea inteligente al no estar de acuerdo con una devolución.
La hoja de ruta escrita con lamparones sigue entregada al compromiso.
De la valla mejor no hablar. La ambiciosa obra de Marlaska sirvió para que el señor exjuez lleve entre sus medallas quitar las concertinas mientras decenas de jóvenes mueren frente a los espigones o desaparecen.
La deslealtad y la falta de memoria se echan en el mismo cuenco del que beben populares y socialistas según sus turnos y conveniencia. El modo pasivo de los ciudadanos llega a un estado en el que ni genera reacción, malestar, protesta, queja… quizá convencidos de que ya ni siquiera el derecho a la pataleta tiene sentido, cabida o cierto respeto.
Mejor explicado, imposible