Zapatero, nuestro Presidente del Gobierno, ha despejado las dudas que todos teníamos. ¡Por fin!. Ya sabemos que alguien del Partido Socialista, además de Sonsoles, es el depositario del Secreto. No el del Santo Grial, pero parecido. En los tiempos que corren hay que vender historias que enganchen a la gente. Es la mejor forma de ganar tiempo sin dar explicaciones. Ya sabemos que hay un debate en torno a la sucesión. También lo hizo Aznar. En los regímenes dictatoriales ocurre casi de forma similar. Franco nombró heredero a la Corona de España a Don Juan Carlos. Después se ratificó en las Cortes. En Corea del Norte, Kim Jong-un ha sido nombrado líder heredero del país por su padre, Kim Jong-il. Con las bendiciones de la Asamblea del Pueblo (el Parlamento en las democracias occidentales).
La escritora Esther Bendahan, en su libro Deshojando alcachofas, nos adentra en el mundo de tres mujeres, cuyas vidas convergen en un momento en el que se replantean su lugar en el mundo y buscan descubrir nuevas facetas de sí mismas y de su relación con los demás. Nos cuenta que en una mañana fría de octubre, mientras deshojaba alcachofas, deprisa como siempre; en un hacer algo queriendo hacer otra cosa, se detuvo, apretó una de esas hojas, tiró de ella y se dejó deshojar sin resistencia. La alcachofa parecía hermosa. Era parte de su realidad y, tal vez, expresión de lo cotidiano. La realidad, que casi era una obsesión.
Pues bien, esto es lo que le ha ocurrido a nuestro Presidente. La obsesiva realidad de la crisis económica le ha llevado a una situación límite, de la que no sabe salir. La única solución es desviar la atención hasta un debate ficticio y extraño, en el que los ciudadanos, en lugar de plantearse por qué estamos así, se han de preguntar quién será el candidato del Partido Socialista a las próximas elecciones. Como si esto fuera la solución a la difícil situación en la que nos encontramos. ETA ya no vende. Lo mejor es deshojar alcachofas y adivinar qué nos deparará la siguiente.
En Ceuta, como de costumbre en estas señaladas fechas para una gran parte de población, las autoridades policiales de Marruecos tienen que dar la nota. Las largas colas en la frontera del Tarajal vuelven a ser noticia. Mientras tanto, las autoridades españolas, cristianas en su mayoría, pero muy integradas, preparan la Nochebuena. Como si nada ocurriera. Si nos fijamos bien en la noticia, el asunto está en que cada vez que las autoridades de Marruecos quieren, el acceso al Hospital público de Ceuta queda colapsado. Y de paso, el de los comerciantes del Polígono y el de los vecinos del Príncipe. También el de miles de ciudadanos marroquíes que viene a Ceuta a ganarse la vida. No sé por qué no han pensado en una vía alternativa para prevenir estos acontecimientos. Quizás sea la prisa que tenemos siempre, como percibía Esther Bendahan al deshojar sus alcachofas. O que todo sea parte de un plan preconcebido para fomentar el desánimo en la población ceutí.
Pero ya estamos en Navidad. Miles de funcionarios han recibido su paga extra menguada en exceso. Cientos de pensionistas esperan impacientes a ver si se les congelan sus prestaciones. Futuros pensionistas, muchos de ellos parados forzosos consecuencia de la crisis financiera que nos atenaza, aguardan con miedo la próxima Ley que les impedirá acceder a su jubilación hasta los 67 años. Parados de larga duración esperan en las puertas traseras de los supermercados para recoger los productos caducados y llevarlos a sus hogares para tener algo con que alimentar a sus familias. Decenas de “sin techo” deambulan por las frías calles de las grandes ciudades en espera de que alguien les dé un plato caliente y les ofrezca una cama en la que pasar la noche. Pero los “brokers” de las finanzas esperan sin prisa para ver quién será su próxima presa.
Y nosotros deshojando alcachofas en Navidad. Felices fiestas a quienes las celebren. Y mucha salud para el próximo año. A todos.