No hay fecha. Ni la propia
Delegación del Gobierno lo sabe. De hecho ayer fue incapaz de comunicárselo a los empresarios y comerciantes que acudieron a una reunión concertada en la plaza de los Reyes pero no comunicada a los medios. Fue una reunión de esas que persiguen obtener la confirmación de una esperanza, pero los empresarios salieron de la misma peor de lo que entraron. A preguntas de si se tenía ya una fecha para la reanudación de mercancía por el paso
Tarajal II, la Delegación no fue capaz de darlas porque no lo saben. Y el mango de la sartén está en el lado
marroquí que no tiene interés en que ese
flujo vuelva a estar activo.
Los empresarios son favorables a que España abra Tarajal II y que sea Marruecos quien, entonces, dé una versión sobre lo que está sucediendo. Fue España quien ordenó el cierre después de que Marruecos vetara la entrada de almendras y la situación parece haberse transformado en un pulso ‘a lo doméstico’ cuyas consecuencias y gravedad no preocupa siquiera en Madrid.
De igual manera los empresarios mostraron gran preocupación por lo que está ocurriendo en la frontera del Tarajal, en donde continúa el bloqueo sobre los tetuaníes, exentos de visado, a quienes se les prohíbe la entrada en Ceuta de no mostrar este documento. Se llegó a advertir en esa reunión que se están incumpliendo los acuerdos Schengen con esas prohibiciones, pero no se ha conseguido ni un reconocimiento de lo que está sucediendo a pesar de que es público y notorio que cada día los bloqueos generan largas colas en Bab Sebta y esto repercute en el Tarajal. Esta semana incluso la Policía impidió la entrada de asegurados que venían en vehículo y eran trabajadores de una empresa local.
Hay un dato significativo, la mercancía que no puede salir por Ceuta hacia Marruecos lo está haciendo sin problemas a través de Melilla y sus pasos fronterizos, con lo que no se trata de un problema global entre países sino una cuestión focalizada en nuestra ciudad.
Los empresarios aportan cifras: caídas de venta de un 80%, un tránsito de camiones que ha descendido en un año en más de 7.000 y temor a que se produzca una fuga de empresas o que se avecinen despidos.