Nunca llueve a gusto de todos. Un refrán que viene como anillo al dedo para valorar la situación del comercio atípico, aunque deberíamos decir el comercio típico, porque es el único lugar del mundo donde se comercia de esta forma. Este particular comercio ha llegado a su fin por decisión de las autoridades del vecino país. Una medida que dejara sin sustento a miles de ciudadanos a ambos lados de la frontera.
Esta semana han dado un paso más y han impedido el acceso de ciudadanos marroquíes con el documento conocido como “título de viaje” que expide la Delegación del Gobierno de Ceuta. Una medida que perjudica a marroquíes que llevan más de media vida utilizando un documento aceptado hasta la fecha por dicho país. En este caso el afectado se llama Jalid Abdelkader, pero otros muchos se verán perjudicados, porque los 350 ciudadanos titulares de dicho documento no podrán acceder a Marruecos.
El comercio atípico, la prohibición de pasar a ciudadanos con título de viaje y de ciudadanos marroquíes sin contrato laboral llevaba décadas siendo aceptado por las autoridades de ambos países, pero los tiempos cambian y las situaciones también. Hablando de cambios hace unos días un marroquí residente en Beliones comentaba que la prohibición de paso por el Control de Benzú no le permitió que su ultimo hijo naciera en Ceuta y tuvo que hacerlo en el hospital Mohamed VI, causándole grave perjuicio porque tuvo que pagar por una asistencia muy deficiente comparada con la que recibía en nuestra ciudad de forma gratuita.
Criticaba y se lamentaba de la decisión de las autoridades españolas, porque entendían que era un derecho histórico; incluso llegó a decir que algunos familiares residentes en Tetuán se desplazaban días antes de dar a luz para poder ser asistidas en el hospital de Ceuta. En ese momento uno de los contertulios manifestó que tenían mucha cara y que se le daba más atención que a los ciudadanos españoles, porque tenían la costumbre de llegar al control de la Guardia Civil para pedir una ambulancia para el traslado al hospital, mientras las ceutíes van en sus vehículos o piden un taxi.
Esta nueva realidad de las relaciones comerciales y el mayor rigor en la frontera afecta de forma directa a miles de porteadores, pero también a miles de marroquíes que se dedican a otras profesiones por la pérdida de nivel adquisitivo de los residentes. Una crisis que se ve agravada por el menor paso de ciudadanos de Ceuta para comprar o hacer turismo por las interminables horas de espera.
También hay daños colaterales a este lado de la frontera, en la marinera, pequeñita y acogedora Ceuta. Se trata de los muchos ciudadanos que esperan a los mecánicos, carpinteros, fontaneros, panaderos y trabajadoras de hogar sin contrato laboral a los que les impide el acceso las autoridades marroquíes, porque a este lado de la frontera somos más flexibles en estos menesteres. Unos ceutíes que se sienten perjudicados -como los ciudadanos de Beliones- por la decisión de Marruecos y lo expresan abiertamente. “Tienen tela, no han dejado pasar a mi muchacha; a mi mecánico, a mi panadero”. Están indignados con las autoridades marroquíes porque se ven seriamente perjudicados aunque estos no se acercarán a protestar a la Delegación del Gobierno.
Ceuta es así. Una ciudad donde podemos decir abiertamente que tenemos un trabajador extranjero sin estar dado de alta en la seguridad social. Ceuta es así. Una ciudad donde está plenamente aceptada esa situación. Ceuta es así. Una ciudad que perdió la llegada de miles de paraguayos que venían a comprar y se repuso. Ceuta es así. Una ciudad que perdió a miles de soldados y se repuso. Ceuta es así. Una ciudad muy optimista, pero el optimismo no crea empresas, ni recursos, ni genera empleo. Seamos optimistas, pero también realistas. Hagan algo, porque el futuro de esta ciudad está en juego.