Los vecinos de Pueblo San Antonio y los situados en el Hacho, en el entorno de la popular ermita, han denunciado el mal estado de una carretera salpicada de socavones, obras continuadas y falta de infraestructuras básicas. Esta no es la primera vez que sus quejas salen a la luz pública, sin que, hasta el momento, hayan recibido atención de la administración competente: Fomento.
Hace más de un mes denunciaron que los dos espejos colocados en el inicio y mitad de la carretera estaban rotos, con lo cual la visibilidad, en una vía ciega, era prácticamente nula. A las pocas semanas colocaron el espejo que existe al inicio de la subida a San Antonio, olvidándose de colocar el segundo, ubicado en una curva cerrada lo que convierte en peligrosa la circulación por la zona. Una peligrosidad que aumenta en la franja horaria en la que los militares destinados en el Hacho abandonan el cuartel, coincidiendo la bajada con la subida de vehículos. “Cualquier día va a pasar un accidente grave. ¿Qué van a actuar entonces?”, espeta un vecino de la zona. “Al menos que quede constancia de que hemos denunciado todo esto en la prensa”, añade. Si a la peligrosidad que entraña la falta de espejo por la nula visibilidad se añade, ahora, la realización de unas obras que han provocado que se abra un socavón justo al lado de la curva. El mismo obliga a que los vehículos invadan el carril contrario para bajar por la cuesta, tal y como muestra la fotografía remitida a este medio.
“Ya han dado varios frenazos, ayer tarde casi se pegan dos vehículos. Nosotros lo denunciamos, si pasa algo que no digan que no lo dijimos”, añade un vecino de la última fase de San Antonio.
Las constantes denuncias hechas público de nada han servido. Fomento calla y evita su responsabilidad en materia de carreteras, obviando la obligada colocación de espejos que garanticen la mínima seguridad vial.
Los afectados por esta situación no son sólo los vecinos del Pueblo y los del Hacho. La bolsa es aún mayor: comprende desde los militares que a diario suben y bajan hacia su destino y los ceutíes que acuden a la ermita de San Antonio además de los trabajadores del centro de menores de La Esperanza.
Convertido en un punto negro, la carretera del Hacho lleva además varios meses afectada por el desarrollo de obras que ningún vecino entiende. Se abre y cierra el mismo agujero una y otra vez, provocándose continuas roturas de tubería que ya han afectado al suministro de agua hasta en tres ocasiones. Ahora se están practicando obras en el mismo punto que, supuestamente, fue arreglado hace escasamente un mes. “Estamos abandonados”, claman los afectados.