La culpa del asno no se la ha de echar a la albarda” . Esta sentencia del Quijote resume en una sola frase el bombardeo mediático al que nos van a someter a partir de ahora, tanto el relanzado y remozado Frente Popular, como el aturdido Partido Popular.
Todo lo que nos va a venir van a ser excusas, pretextos sin fundamento para evitar hacer algo, o justificar sus faltas y errores con la excusa de hechos o circunstancias que les son totalmente ajenas.
El Frente Popular encabezado por Pedro Sánchez y un elenco de ministros cuya trayectoria política es cuestionable para los deseo de mejora de la sociedad española, donde abunda la falta de sentido de Estado, el ímpetu a la hora de tomar decisiones, y sucesos que seguro preferirían guardar con otros esqueletos en el armario, pronostican, cuando menos, un deja vu de la época Zapatero. Ser ministro del Reino de España debería ser algo más serio que un puñado de buenas intenciones en el mejor de los casos.
Preferiría equivocarme, pero mucho me temo que este nuevo Gobierno va a ser muy inestable y va a acabar contagiando el desarrollo económico y transmitiendo nerviosidad a la Unión Europea que a duras penas confía en el cumplimiento de nuestras obligaciones monetarias.
Cuando vengan mal dadas, no duden por un instante que los medios de comunicación, para nada neutrales, mucho menos veraces, achacarán las culpas a la “herencia recibida” o a la “globalización”. Eso sí, nada a este Gobierno que encaja mejor en las pasarelas del Vogue que en una reunión de ministros de la UE.
Con muchas deudas políticas ha conseguido la presidencia el Presidente menos votado de la historia y aunque la mentira de los populistas lo acusan de traidor y de ir por libre, la realidad es que con esas deudas y una minoría parlamentaria debe enfrentarse al catalanismo separatista,y al el secesionismo vasco; en ambos casos además anexionistas: los unos con Aragón, Valencia y Baleares, y los otros con Navarra y el País Vasco Francés. Y eso sólo para desayunar.
Por otro lado, los populares se enfrentan a una renovación. Lo que todavía no se sabe es si va a ser un arreglo de fachada o una remodelación completa. Los populares corren el peligro de perpetuar la imagen de partido anquilosado en la corrupción y los juzgados, así como la indolencia ante la defensa de los valores de su base electoral que, cada vez con más celeridad, emigra a otros partidos: oportunistas a Ciudadanos y principios éticos a VOX.
Sea cual fuere la actitud y el espíritu de renovación que reine en el Partido Popular, Juan Vivas, que con solvencia interna se ha proclamado candidato a las futuras elecciones, deberá promover un equipo con crédito social y capacitado para debatir y rebatir propuestas, y no mantenerse siempre en el mismo discurso de las mayorías absolutas arrolladoras, ni el aparente dominio que los aleja de la sociedad con uno de los mayores índices de pobreza de España.