Un cuento chino se define como embuste, mentira disfrazada de artificios, pero vale aclarar que no se trata de un engaño simple o evidente, sino de una mentira disimulada, ingeniosa, encajada dentro de una historia fantástica o de dudosa veracidad.
Así andamos, de cuento chino en cuento chino, de bulo en bulo, de medias verdades que son mentiras como catedrales.
Lo de la presidenta de la Comunidad de Madrid es muy fuerte: médicos en huelga, centros de salud cerrados, caos hospitalario. Explica la señora que esto es una artimaña del gobierno social comunista y que Madrid es ejemplo mundial. Nadie la ha visto visitar centros de salud, ponerse en las colas de espera o entrevistarse con los enfermos depositados en los pasillos.
Cuento chino es acusar a Pablo Iglesias de provocar el caos sanitario cuando la Comunidad tiene plena competencia.
Cuento chino es ver cómo Grande Marlaska, ministro del Interior, se la lava las manos respecto a la muerte de inmigrantes en la frontera.
Cuento chino es que se han terminado los problemas independentistas en Cataluña y que los delitos de sedición y malversación son soluciones que benefician a todos.
Cuento chino es defender que no hay racismo en Ceuta, aunque exista el Príncipe, y que la ciudad es un modelo de convivencia.
Cuentos chinos a diestro y a siniestro, engañifas y patrañas con las que comulgamos a hostia limpia pensando que el cuerpo de Cristo ya está en estómago.
León Felipe decía: "Yo no sé muchas cosas, es verdad. / Digo tan sólo lo que he visto. / Y he visto: / que la cuna del hombre la mecen con cuentos, / que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, / que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, / que los huesos del hombre los entierran con cuentos."
Y así andamos, de cuento en cuento.