Acabo de enterarme, al otro lado del Estrecho, que una persona muy querida para los caballas nos acaba de dejar. Tuve la inmensa suerte de conocerte hace muchos, pero muchos años. Amigo Bejarano, Capitán Bejarano, qué más da…..
Te has ido tan de repente, que no sé si sabré expresar con palabras lo que mi corazón siente. Estoy flotando en el dolor, roto y sin fuerzas, tan solo con ganas de llorarte. Y eso hago para encontrar un consuelo que se me antoja muy difícil. Otro amigo, muy querido para mí, siempre me dice: “escribe lo que te hace daño, te sentirás mucho mejor”. Te conozco desde que yo era un chaval y visitaba a mi hermano, tu compañero en las dependencias del Cuartel de la Guardia Civil. Con los años y desde mi madurez tengo una visión clara de tu caminar por esta efímera vida que antecede a la que ahora te espera para siempre. Como marido, como padre, como amigo, como compañero, como profesional. Intachable. Tienes un corazón tan grande, que te caben todas las medallas y todos los reconocimientos. Con mis palabras quiero hacerte mi humilde pero sentido homenaje. A ti y a todos tus compañeros, que un día decidieron elegir una profesión difícil, entregada y a veces, por desgracia, mortal. Si, aunque algunos de humanidad cuestionable, se rían del hombre que muere en acto de servicio, cumpliendo su palabra hasta el final. Si piensas que ya estás jubilado, te equivocas. Ahora desde el Cielo, sí que vas a trabajar para toda la vida y con compañero, como es habitual en los servicios que prestáis los Guardias civiles. Cuídanos de la mano de Alejandro Molina. En esta guardia no hay ni relevo ni descanso, ni falta que te hace. Espero seguir luchando para ser un hombre bueno y así compartir, cuando el Padre me llame, todo contigo. La Ciudad de Ceuta se viste de negro y de orgullo para honrar tu memoria. Hasta siempre mi Capitán, mi Amigo.