Confederación de Empresarios, Cámara de Comercio, UGT, CCOO, Adicae, los empleados públicos, la Junta de Personal, la FPAV con todas las asociaciones vecinales que la integran, todos los partidos políticos a excepción del PP... y la lista sigue. Es la lista de todos los afectados por el caos fronterizo. Una lista interminable, porque en la misma es imposible incluir los nombres y apellidos de las personas que, de manera individual, se ven afectados por el bloqueo de una frontera ejemplo vivo de una gestión nefasta. Ceuta se prepara para salir a la calle el próximo 22 de mayo. La cita, a las 20.00 horas en la Plaza de la Constitución.
Kilómetros más allá, pero el mismo día y en protesta por los mismos problemas, la ciudad hermana de Melilla hará lo mismo: protestar porque se muere, denunciar la agonía que está sufriendo y que lleva materializándose en el cierre de varios establecimientos y en el anuncio de marcha de empresas. Ambas, Ceuta y Melilla, se mueven por el mismo fin: luchar por su futuro.
Son escasas las ocasiones en las que prácticamente todo el pueblo se une o, al menos, anuncia que lo hará, que saldrá a la calle, que esta vez se ha cansado de esperar
Y es que la frontera se ha erigido en un auténtico pirómano que ha empezado a quemar la ciudad: no es un asunto que afecte solo a los empresarios, a sus bolsillos, a sus ganancias. Es un problema de todos. Un paso bloqueado afecta a vecinos de todas las barriadas, a trabajadores de centros próximos como colegios, empresas y centro de salud, a las propias fuerzas de seguridad que no esconden los límites a los que se ven expuestos... a las relaciones sociales entre vecinos e incluso a la propia convivencia de toda la ciudad.
Si la frontera no funciona, Ceuta se para. Es un hecho sobre el que las autoridades prefieren pasar de puntillas, entendiendo que aseveraciones de este tipo ponen en riesgo la integridad de una ciudadanía ante el vecino Marruecos. El doble discurso reflejo de una doble moral termina viéndose en el modo de gestión de una frontera ineficaz, abandonada durante muchos años, que no ha recibido subvenciones cuando eran necesarias debido al estado durmiente de una clase política que durante años desvió todas las inversiones estatales a la construcción de una nueva cárcel. Que la frontera no funciona es algo que lo sabe Madrid, que lo han sufrido sus máximos representantes en forma de abucheos y que ha sido trasladado por la Presidencia de la Ciudad. Los convocantes reconocen que se están dando pequeños pasos en forma, más bien, de promesas, de inicio de obras, de anuncio de inversiones. Pero son insuficientes para una situación extrema que no varía.
Se pidió calma porque iban a llegar las soluciones inmediatas, pero las semanas continúan con la misma tónica, sin cambios, sin nada que apunte a una mejora más allá de los compromisos políticos de un cambio que se prometió hace más de un año y que todavía no se ha materializado. La del próximo 22 será, sin duda, la que más apoyos tenga respecto de las anteriores concentraciones. Será una de las pocas ocasiones en las que no caben opiniones contrarias, en las que todo un pueblo decide unirse para tomar la calle.