Cuando te sientas vencido

Para cualquier persona no todos los días son iguales, aunque guarden entre sí un cierto parecido. Tampoco son iguales a los de otras personas, aunque también se da la circunstancia del parecido  que, a veces, llega a ser muy grande. Pero en fin, cada persona siente y razona de una forma muy singular porque singulares son las impresiones en sus sentimientos, tanto en profundidad como en intensidad.
Esa es la grandeza del ser humano, la de ser único en sus sentimientos, pensamientos y reacciones; pero está llamado a entenderse con el resto de la Humanidad sin engañarse a sí mismo y sin engañar a nadie. Son muchos siglos de convivencia humana, aunque la vida de cada ser humano sea relativamente corta, pero a pesar de ello seguimos cometiendo errores, casi los mismos siempre, como si la vida no nos hubiera enseñado nada.
Es mucha la variedad e importancia de las cuestiones que se van presentando a cada persona y hay ocasiones en la que te sientes vencido por las circunstancias. en general, o por una cuestión en particular; algo que ha podido surgir de improviso o que, tal vez, se ha ido formando a lo largo de un determinado tiempo. En esas circunstancias pasas a ser más auténtico que cuando las cosas no han conseguido hundirte. Tal vez sea cosa de poco tiempo o que se alargue, pero en el fondo es una dura lucha que se entabla en el alma contra el desánimo. Nadie quiere verse hundido, derrotado por las circunstancias o por no haber sabido entender lo que en verdad te pide la vida y por eso tratará de reaccionar lo mejor que le sea posible, pero para ello debe reconocer lo que haya podido hacer mal; reconocerlo y sufrirlo, que sufrir enseña mucho.
Sentirse vencido, en una u otra ocasión, es algo que le ocurre tanto al débil como al poderoso porque es una consideración que a cada persona le hace lo más íntimo de su ser. La vida interior de cada persona no es algo que se vaya proclamando sino que se vive de forma muy íntima y que necesita su tiempo de reflexión de forma bien distinta a cualquier otra manifestación de la vida de cada persona. Sentirse vencido trae consigo, de forma inmediata, una gran dosis de consuelo interior que no significa, necesariamente, autocomplacencia sino el reconocimiento sereno de la verdad y la disposición de la voluntad para no volver a dañar a la verdad suprema del amor noble y plenamente desinteresado. Es la defensa propia del ser humano, que nos ayuda a salir adelante cuando nos sentimos vencidos.
Puede ocurrir que no se haga caso a ese auxilio interior hacia el reconocimiento de la verdad y que se manifieste todo lo contrario: un deseo de venganza, un afán de llegar cuanto antes a dominar la situación en la que la derrota personal fue un hecho. La vida así se transforma en una lucha constante, tanto exterior como interior. Seguiremos, así, vencidos interiormente aunque externamente se consiga el triunfo material apetecido. Cuando se decide no hacer caso a esa demanda interior de considerar que estamos vencidos, llevaremos una vida lastrada con el peso de nuestra falta de sencillez; seremos cómplices de nuestra propia debilidad interior aceptada en esos casos en los que nos faltó la decisión de tener en cuenta nuestra debilidad. de nuestra falta de decisión en la apertura de nuestra alma a la verdad.
Cuando te sientas vencido, procura guardar silencio y deja que tu alma vaya mostrándote el camino de la verdad. Es el mayor signo de fortaleza que el ser humano puede mostrarse a sí mismo.