Están ahí, peludos, con el hocico bañado en baba, las orejas gachas, con la mirada más bondadosa de la existencia, perdida en el horizonte de la tristeza. Sí, ahí están los perros, solos, abandonados a su suerte, a la imtemperie, con la aventura de la supervivencia diaria a abrazada al lomo. Dicen que es el mejor amigo del hombre pero hasta que no fueron recogidos por miembros de la Protectora estaban abandonados, vagando por el Monte Hacho o durmiendo en la frialdad de la soledad mientras el hombre miraba para otro lado.
Que esto no ocurra es una de las obligaciones morales de las protectoras de animales, más aún si, como es el caso de la Protectora de Animales de Ceuta, recibe subvención de la Ciudad y donativo del ciudadano de a pie. Precisamente, con el propósito de encontrar feliz acomodo y dueño a muchos de los perros sin hogar, dicha protectora organizó el viaje de diecinueve perros rumbo a Francia en autobús. Una vez en tierras galas, protectoras francesas se hicieron cargo de los perros abandonados, buscando acomodo a los animales sin hogar y entregando a sus nuevos familiares aquellos perros que ya habían sido adoptados, fotos e internet mediante.
No es la primera ocasión que la Protectora utiliza la vía francesa para solucionar el problema del abandono canino, de hecho, tal y como cuenta Jorge Ramos, actual vicepresidente de la misma, existe antecedentes halagüeños: “La presidenta de la protectora francesa nos ha informado de que de los 170 perros ceutíes que a lo largo de estos años les hemos enviado, todos, excepto uno, han sido acogidosy actualmente viven en el seno de una familia”.
La conexión hispano-francesa entre ambas protectoras salvaron de la penuria, el abandono y la muerte a perros de todo pelaje, cada uno envueltos en sus respectivas circunstanacias. Ramos recuerda que “cinco de los perros tenían más de diez años y más de la mitad habían pasado desde cachorros toda la vida en la protectora, mientras que otros tenían problemas de socialización, con miedo a otros perros y a personas”.
Solucionado satisfactoriamente el destino, cada viaje guarda consigo una historia. Este último, realizado a finales de junio, no iba a suponer una excepción. Luces fundidas, operaciones quirúrgicas, incertidumbres para cumplir los plazos, aunque al final el propósito se cumplió: “una vez que habíamos ido a la península a alquilar una furgoneta, preparado la documentación de los perros, acondicionado las jaulas y nos habíamos puesto en marcha sufrimos el primer contratiempo al recibir la noticia de que la mujer que iba a recoger a los perros en París, procedente de Holanda, tenía que ser operada”.
No obstante, la protectora ceutí actuó con diligencia y, a través de la protectora gala, pudo solucionar el trance, y buscarle acomodo a los perros hasta que la mujer se restableciera. También la furgoneta dio el susto, pero la luz fundida fue arreglada en un taller.
Por entonces, algunos perros se habían quedado ya en el camino, concretamente en Albacete, donde una protectora de la ciudad manchega había contactado con una suiza para que cuatro perros fueran acogidos en el país alpino. A continuación, se dejarían once animales en una protectora francesa y el resto, cuatro más, irían a una segunda asociación, también de Francia “un alivio” que permitirá trabajar “mejor” a la Protectora de Animales de la Ciudad, según reconoce Ramos. Permitirá, además, que el ser humano ejerza como el mejor amigo del perro.