Consejo de Gobierno. Cita habitual de los viernes en la que el Ejecutivo local se somete a las preguntas de los medios de comunicación e informa de los acuerdos que hayan tratado. Como no puede ser de otra manera surge el tema de la frontera. Hoy por hoy es el mayor problema que tiene esta ciudad, porque sus repercusiones nos afectan a todos de forma directa o no. El Gobierno se ve obligado a dar la cara, mientras llevamos esperando más de un mes a que el delegado lo haga. Suena a chiste que siendo el asunto competencia del segundo sea el primero el que sale a la palestra para hablar de ello. Y en esta ocasión se habló, aunque haciendo una espectacular puesta en escena de cómo decir algo sin contar nada. La portavoz accidental, Mabel Deu, lo bordó. Supo salir del aprieto dejando bien a todo el mundo pero sin dar una sola respuesta sobre qué se va a hacer en este asunto más allá de probar medidas a modo de experimentos a ver qué tal nos salen. Porque eso es lo que se ha hecho hasta ahora: probar, probar y probar mientras la ciudad sigue estando igual de colapsada.
Nos merecemos una respuesta política que nos garantice cierta tranquilidad. Hoy por hoy eso no existe. El ciudadano asiste al baile de unos gobernantes a losque todo esto les ha venido grande. Madrid se lava las manos con nosotros. Pueden seguir mintiéndonos pero es la verdad. Se permiten el lujo de tener una ciudad asfixiada, de perder un turista marroquí de dinero, de bajarnos del tren de la OPE, de perder a todas las fuerzas de seguridad para un menester no generado por nosotros... y aún así nos ignoran. No ha habido una respuesta urgente como la que necesitamos, solo nos venden inversiones a las que, por otro lado, están obligados y esto lo disfrazan de intervención estatal. Todo es una mentira, una mentira que duele pero es tan real como las imágenes que a diario soportamos y que han levantado las protestas de todos los sectores profesionales.
Las soluciones no las tenemos que dar los ciudadanos, para eso existe una clase gobernante supuestamente capaz de ofrecernos las salidas que no llegan, ganando las partidas en gestiones domésticas a pie de frontera como siempre se ha hecho. Hoy el examen de conciencia lo tienen que hacer otros, sin ver fantasmas, sin ver guerras sucias, porque ellos están ahí, en el poder, para una función pública que parecen olvidar.