Cuando menos te lo esperas encontrarás asuntos, recuerdos, objetos que diste por perdidos. No oirás el CAÑONAZO si esperas que sean las 12, seguro que estarás tan pendiente que tus oídos se dispersarán en otros ruidos.
Se te caerá una fotografía de la biblioteca y harás presente una época y un rostro borrado.
Llegará el amor cuando dejes de sentarte al teléfono o ir a la mirilla de la puerta al notar pasos anónimos. Lo encontrarás en el sitio más insospechado por una coincidencia propiciada por los dioses.
Alguien te llamará casualmente cuando muerdas el dolor, la ansiedad, la angustia de sentirte perdido.
Aprobarás unas oposiciones el año que tiraste la toalla harto del fracaso en miles de convocatorias.
Un vecino te subirá algo que ha cocinado mientras ibas a pedir una pizza.
Ojearás un libro que te regalaron aparcado en un cajón y descubrirás la emoción de una historia extraordinaria.
Lo mismo, con las prisas, olvidas las llaves y las buscarás en la casa de alguien que hacía siglos que no veías y que le dejaste una copia.
No podrás dormir una noche pero descubrirás un programa de radio que te quite el sueño.
Abrirás cualquier armario y verás colgada una prenda que compraste para una fiesta ibicenca en una cena nostálgica.
Reciclarás papeles que guardaste y reirás cuando veas la chuleta de latín que hiciste en el bachillerato.
Sentirás un vacío, una inmensa soledad que enmudece y ahí en la nada pensaras cómo salir a flote.
Llegarás tarde al tren y pasarás una noche mágica en una ciudad desconocida.
Alguien te dará las gracias cuando tienes la impresión que pasas desapercibido e ignorado.
Llorarás y descubrirás que hay una noche, un mar y un olor a lluvia que te observan desde la ventana.
Perderás el tiempo y sin saber qué hacer, escribirás un CAÑONAZO que te despierte del letargo existencial.
Y en la maceta que ibas a tirar verás que han brotado, traídas por el viento, las semillas de unas flores amarillas que cuidarás en esa maceta desterrada.
Y, cuando menos te lo esperes, conquistarás la cima que se te hizo cuesta arriba y estarás tú, esperándote, creyendo que no llegarías nunca.