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Cuando la intrahistoria también se tala

Septem Nostra aporta esa visión histórica

Naturaleza muerta. Vidas taladas. Ha pasado con motivo de la obra de la Gran Vía. Sucedió hace unos meses en la bajada del Pueblo de San Antonio. Acciones del humano contra la Madre Naturaleza, sustentadas todas ellas en informes técnicos. La reacción ciudadana a la tala de árboles no se ha hecho esperar. Ecologistas como José Manuel Pérez Rivera o Andrea Guirado han alzado su voz contra estas prácticas, después de comprobar in situ lo que se está haciendo en el entorno de la plaza de África y la Catedral.

Parte de la ciudad

“Los cuatro árboles talados, posiblemente pertenecientes a la especie Schinus molle (falso pimentero) tal y como ha comentado Andrea Guirado en su muro de Facebook, estaban situados en la acera cercana a la entrada de la Catedral de la Asunción de Ceuta. Son cuatro ejemplares que han sido talados en la parte baja de su tronco, con lo que su recuperación resulta imposible”, alerta el presidente de Septem Nostra. “En línea con el lateral occidental de la Catedral, en la misma acera en la que se encuentra la Vicaría de Ceuta, aún se conserva una hilera de árboles de la misma especie de los que nos sabemos el futuro que les espera. Resulta difícil establecer una cronología de los árboles que han sido cortados, pero llevan con nosotros muchas décadas”, denuncia. Y es que al valor natural que puedan tener estas especies (que es lo que ha pesado en la toma de decisiones) se suman otros de mayor o igual peso: el sentimental. “Esta hilera de árboles, ahora talada, constituye un elemento integrante del paisaje cultural de la Plaza de África. Este paisaje es el resultado de una lenta sedimentación histórica que comienza, al menos, en el siglo VIII antes de Cristo, fecha en el que se data la primera fase del cercano yacimiento fenicio, localizado a escasos metros de estos árboles. Más cerca se encuentra la escalinata que da acceso a la Catedral, bajo cuyos peldaños el añorado Carlos Posac encontró los primeros restos romanos de Ceuta. Es probable que los árboles ahora talados fueran testigos de la alegría del profesor Posac al comprobar su teoría sobre el pasado romano de nuestra ciudad. Ya en época medieval sabemos que en el entorno de la mezquita Aljama, cuyos restos reposan bajo la Catedral ceutí, existió un amplio mercado, luego transformado en jardín urbano”, explica con tristeza Pérez Rivera. Y son precisamente eso, los sentimientos, los que han sido talados en esta acción, porque no se ha tenido en cuenta la intrahistoria de rincones emblemáticos de la ciudad. Cada hachazo a la Madre Naturaleza puede suponer otro igual de contundente contra nuestra propia historia compartida. “Debemos conjugar un respeto por el patrimonio heredado y un compromiso” “El jardín de la Plaza de África ha evolucionado a lo largo del tiempo, pero siempre ha conservado su apariencia, gracias, en buena parte, por los árboles que conforman su imagen. Al estar rodeado de edificios monumentales, la verticalidad que aportan los árboles resulta fundamental para que este jardín mantenga una coherencia paisajística con el conjunto patrimonial de la Plaza de África. Un conjunto que podemos definir con el corazón y el centro neurálgico de Ceuta, al menos durante una parte importante de la historia de nuestra ciudad. Cualquier persona sensata actuaría con sumo respeto y cuidado en un espacio tan destacado con éste”, explica. “El respeto debe traducirse en la protección y conservación del patrimonio natural, cultural e intangible que se concretan en este emblemático lugar de Ceuta. Desde nuestro punto de vista, el criterio fundamental de esta obra tendría que haber sido el mantenimiento y realce del patrimonio existente y no su discriminada eliminación, tal y como ha ocurrido con los cuatro árboles talados. Ha faltado y falta información detallada sobre este proyecto, y la que han ofrecido resulta falsa, o cuanto menos confusa. En una de las infografías que ha publicado la Ciudad Autónoma de Ceuta se mantiene esta hilera de árboles, aunque no sabemos si son los mismos u otros que van a poner en su sitio”, añade. Septem Nostra critica que la falta de exposición pública del proyecto ha llevado a situaciones de este tipo. La imposibilidad de alegar contra una tala que habría obtenido quejas no solo de esta asociación, sino de muchas más entidades o personas. “El hecho es que no ha habido periodo de exposición pública para un proyecto que pretende transformar el corazón histórico de Ceuta. Este hecho ha imposibilitado que los ciudadanos podamos conocer los criterios de actuación que rigen este proyecto, sus objetivos y las actuaciones concretas que van a ejecutar en la plaza de África y sus aledaños.

Falta de opinión por parte de los ciudadanos

Puede que no se haya dado a conocer estos criterios y objetivos debido a que no ha habido tal proceso de análisis, reflexión, maduración y discusión. Los ciudadanos, al menos, no hemos podido expresar nuestra opinión sobre la necesidad y oportunidad de abordar esta reforma y, en caso afirmativo, poder enriquecerlo o evitar daños al patrimonio natural y cultural. Ambas cosas son posibles gracias a un periodo de exposición pública: enriquecer y garantizar que las cosas se hagan bien. Cuando existe la posibilidad de presentar alegaciones la administración se ve obligada a responder y a justificar sus decisiones, incluso a adoptar medidas de protección no contempladas en el proyecto. Podemos poner el ejemplar de la modificación del PGOU para la parcela del Brull. En esta ocasión tuvimos la oportunidad de presentar alegaciones y de este modo logramos que se protegieran los dos ejemplares de araucaria que se conservan en el Brull. Si hubiera existido un periodo de exposición pública para la Plaza de África podríamos haber solicitado la conservación integra del arbolado existente y hoy no nos lamentaríamos de su indiscriminada tala”, razona el presidente de Septem Nostra. “Los ciudadanos no hemos podido expresar nuestra opinión sobre esta reforma” “La conservación y cuidado del paisaje urbano y, en general, del espacio colectivo es un derecho fundamental de la ciudadanía. Mientras que en los espacios privados existe un gran grado de libertad a la hora de modificarlos, ya que su disfrute o castigo, en caso de mal gusto, atañe a sus inquilinos, no podemos decir lo mismo de los lugares comunes, como la plaza de África. Aquí debemos conjugar un respeto por el patrimonio heredado y un compromiso de conservación respecto a las generaciones venideras. No somos nadie para alterar, de manera drástica, la imagen de un espacio urbano que ha mantenido una coherencia estilística que se remonta a mucho tiempo atrás. Mucho menos están legitimados para hacerlo una sola persona o un pequeño grupo de burócratas o políticos. La democracia tiene sus límites y debe responde a los fines supremos de conservar y enriquecer los bienes comunes, fomentar el conocimiento, la ciencia y la cultura, así como suscitar la creatividad, el arte y la correcta protección de tales expresiones individuales y colectivas”.

Más críticas hacia la tala

Las críticas por lo realizado en esta tala no quedan ahí. Se suman a otras por la obra y a los temores de que puedan producirse más retiradas de árboles. Septem reclama que se pare el proyecto para iniciar un periodo re reflexión en torno a lo que se quiere o no hacer en este espacio. “A nadie se le escapa que las prisas para iniciar estas obras, saltándose el imprescindible periodo de exposición pública, responde a fines claramente electorales. El gobierno quiere terminar esta etapa de la “Era Vivas” pudiendo presentar un resultado tangible a los votantes. Con ello demuestran que su visión histórica es sumamente cortoplacista y mecanicista. Esta total ausencia de perspectiva histórica les impide entender y asumir la importancia de conservar un legado patrimonial milenario, que toma forma tangible en espacios tan destacados como la plaza de África. La idea que queremos transmitir está contenida en una frase lapidaria de Séneca: “Una era construye ciudades. Una hora las destruye”. Y esto es, precisamente, de lo que estamos siendo testigos los ceutíes en estos momentos. Lo que ha tardado siglos en conformarse en el centro de la ciudad está siendo destruido en unas horas por la acción irreflexiva de unos neobárbaros que han mandado las motosierras y las máquinas excavadoras a acabar con el corazón de Ceuta”, concreta.

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