Ya lo confirmaron sin pudor en mayo de 2022. La Dirección General de la Guardia Civil y el Ministerio del Interior no tenían interés alguno en actuar en el Pabellón de Las Heras, en Ceuta, para evitar que se viniera abajo.
El tiempo les ha dado esa despreciativa razón que pesa sobre el mal cuidado del patrimonio. Lo único que se salvó de la demolición del antiguo Parque de Artillería fue este pabellón que ha vuelto a sufrir otro desprendimiento.
Ya no queda nada de la parte frontal de este bien sobre el que pesa una protección de nivel 2 que nunca se ha exigido cumplir.
“Es la crónica de una muerte anunciada”, lamenta el presidente de Septem Nostra, José Manuel Pérez Rivera, que asocia con claridad lo que sucede en este pabellón con el olvido premeditado sobre el castillo de San Amaro en el que ya se han colocado carteles para advertir el peligro de derrumbe.
“Se ha dejado a propósito que se venga abajo, importa poco que esté o no protegido. Es una dejación absoluta y es la propia Administración la que hace estas cosas”, denuncia.
Esas prácticas que usan los especuladores para provocar que los edificios se vengan abajo y así los declaren en ruina para poder derribarlos es lo que se ha hecho con el pabellón. La diferencia es que lo hace la misma administración que exige al ciudadano que cumpla la ley.
“Poca fuerza moral tienen para exigir a los demás que cumplimos las normas. Las leyes están hechas para que la sociedad pueda avanzar y en el patrimonio, para conservar lo que nos han legado. Nuestros representantes tienen que hacer cumplir las leyes, pero antes cumplirlas ellos. En patrimonio no se da ni una ni otra”, critica Pérez Rivera.
El Ministerio del Interior es el responsable del pabellón. A propósito, han permitido que llegue a un punto en el que ni su conversación ni su recuperación es posible. “No es prioridad proteger el patrimonio”, critica Septem Nostra.
Así, el paso del tiempo y la inacción han constituido su muerte.
Ha sido un lugar transformado en vertedero, un símbolo de la okupación para la práctica de botellones y la prostitución… hasta llegar al punto actual en el que se han perdido todos sus elementos visibles al tránsito por la zona.
La Dirección General de la Guardia Civil llegó a presentar un informe en el que solicitaba permiso para demoler el pabellón y construir uno nuevo con las mismas características. Una auténtica sinrazón, pero que va a terminar siendo una realidad.
Sin tan siquiera tener fecha para la construcción de la nueva Comandancia de la Guardia Civil, la orden de derribar el Parque de Artillería porque su puesta en marcha iba a ser inmediato ha constituido un burdo engaño.
Toda la parte superior que lucía el pabellón de las Heras ya no existe. Los últimos temporales y lluvias han provocado su caída, toda vez que el edificio estaba entregado al más absoluto de los abandonos. Ya no queda nada de su parte superior y lo que es el pabellón está completamente destrozado hasta el punto de que se va cayendo a pedazos. Las quejas continuadas de Septem Nostra han sido desatendidas por las dos administraciones.
En esta secuencia de fotografías correspondientes a distintos años se puede apreciar cómo estaba el pabellón de las Heras. En el ámbito patrimonial ha habido una dejación de las dos administraciones, tanto la local como la estatal, que no han querido intervenir para conseguir la máxima de las protecciones que evitara el desplome y la pérdida de la infraestructura.
El pabellón de las Heras figura en la lista negra del patrimonio que elabora Hispania Nostra con el fin de defender, salvaguardar y poner en valor el patrimonio cultural y natural de España. Estar en la lista negra supone no tener futuro, haberse hundido en un deterioro tal por abandono y dejación que no cabe sacar adelante ese bien.
En 2008 fue demolido el antiguo cuartel del Parque de Artillería, pero se ordenó salvar el pabellón que se suponía iba a estar protegido. Años después no se puede hacer nada por salvarlo debido a que ha perdido buena parte de su frontal por continuados derrumbes tras los temporales.
La única actuación que se llevó a cabo fue vallar el entorno para que no constituyera un peligro para el ciudadano, después de tener durante varios meses ocupada la acera. Septem Nostra solicitó hasta el hartazgo que se protegiera de alguna manera para evitar el mal actual, la degradación que ha consumido parte de lo que fue historia de Ceuta robada a las generaciones.
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